La primera gran batalla parlamentaria del año terminó sin el acuerdo que pedía el presidente
Zapatero. Que incluso diseñó una comisión negociadora, presidida por la vicepresidenta económica
Elena Salgado, para tratar de llegar a acuerdos en materia de economía no solamente con los grupos minoritarios, sino con el PP. El mercado de trabajo, el equilibrio fiscal, la reducción del gasto y la reforma de la seguridad social son las cuestiones económicas cuya negociación propuso un Zapatero aparentemente humilde, quien dijo haber venido “a acercar posturas, no a subrayar las diferencias”. Incluso sugirió que llamará a
Rajoy a La Moncloa para debatir las posibilidades de ese ‘gran pacto’ que fue tantas veces citado en la sesión plenaria de la Cámara Baja. Pero Rajoy no se dejó convencer y se mostró más bien dispuesto a eso: a subrayar las diferencias.
Rajoy dejó tres salidas a Zapatero: una rectificación total de su política, la convocatoria de elecciones anticipadas o la retirada del apoyo que le dan los grupos minoritarios y el propio Partido Socialista. Irritado, Zapatero insinuó una cuarta: “si tiene valentía, presente una moción de censura”, le retó. “Si yo tuviera los votos y de mí dependiera, tenga usted la certeza de que no estaría ahí sentado”, replicó el presidente del PP, que reprochó veladamente a los grupos minoritarios el respaldo que vienen dando al Gobierno del PSOE. Se quedó, así, en total soledad en la Cámara, con un discurso lleno de reproches a los socialistas y en el que dejó claro que no iba a aceptar la mano que, con mayor o menor sinceridad, le tendía Zapatero.
Así que si alguien pensaba que el debate iba a concluir en cualquier especie de acercamiento entre Gobierno y principal partido de oposición, se equivocaba. Pero fue visible el cambio de actitud de Zapatero, que ha dejado abierta una rendija en el hasta ahora ‘bunker’ de La Moncloa.
OPINE: ¿QUIÉN HA ESTADO MEJOR EN EL DEBATE, ZAPATERO O RAJOY?
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