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Nuevos tiempos, viejas demandas

Nuevos tiempos, viejas demandas

lunes 07 de febrero de 2011, 20:21h
El Palacio Euskalduna de Bilbao ha sido escenario de la puesta de largo de una nueva formación política, cuyo nombre se desconoce de forma oficial, que pretende dar cobertura a la izquierda abertzale. Iñigo Iruín, reputado abogado experto en Derecho Constitucional, ha sido el encargado de poner negro sobre blanco el basamento jurídico que sostiene a este proyecto.

Desgranados los argumentos nada parece, a priori, que existan causas objetivas que impidan su legalidad para concurrir, en igualdad de condiciones, a las próximas elecciones municipales y forales. Términos como rechazo a la violencia de ETA se complementan con una exquisita y ajustada al milímetro aceptación de la Ley de Partidos y la advertencia de que en este nuevo partido no tendrán cabida los militantes que lo sean también de una organización armada.

Por el contrario, el argumentario político tiene el suficiente peso como para que, desde púlpitos autorizados del Ejecutivo, se dé por hecho la imposibilidad de que los seguidores de Arnaldo Otegi puedan presentarse con sus siglas. Quienes se muestran reacios esgrimen argumentos como la ausencia, explícita, de la palabra “condena” de ETA, como si este acto de contrición bastara para poner alfombra roja a quienes hasta ahora son considerados demonios.

En medios jurídicos consultados por Diariocrítico se alude a lo impecable de la exposición de Iruín, al tiempo que depositan en la “oportunidad política” del momento el desenlace de esta novela por entregas de la que tanto ha especulado el mundillo periodístico y político. Los estatutos cumplen con lo que dicta la Ley de Partidos.      
Sea como sea, lo cierto es que el espíritu del Euskalduna acaba de nacer, oficialmente, este lunes 7 de febrero con la presencia de representantes de partidos nacionalistas y la ausencia, significativa, de un Jesús Eguiguren cuya evocación a los “ausentes” ( las víctimas ) puede resultar contradictoria si observamos el papel jugado por el presidente del PSE en recientes y fallidos procesos de diálogo.

Este espíritu del Euskalduna trae sin duda aires nuevos al conglomerado de siglas en Euskadi y la prueba más evidente es que se establece, de algún modo, una ruptura terminológica y, también, política, respecto de anteriores marcas de Batasuna. Si antes se podía admitir que había continuidad entre las distintas formaciones políticas, ahora la mención expresa a la violencia de ETA y su rechazo (lo que no ocurrió con anterioridad) rompe el hilo continuista para adentrarnos en “otra” cosa.

¿Sería legal cualquier otra formación política que llevara bajo el brazo los estatutos elaborados por Iruin? ¿Sería prevaricar dictar sentencia contraria a los intereses de la antigua Batasuna? ¿La expresa mención al término condena es de por sí garantía suficiente para pasar el filtro?

Son preguntas cuyas respuestas entroncan más con lo subjetivo que con lo estrictamente jurídico. Y la pregunta es: ¿interesa a PP y PSOE que la izquierda abertzale tenga marca propia en mayo?

Si el Estado no tiene a bien legalizar a la nueva marca de Batasuna sólo servirá para dar la razón a quienes dicen que la justicia la dictan “ellos” en su provecho y en función de sus circunstancias.

Sea de la forma que sea sí se puede decir con exquisita rotundidad que la izquierda abertzale estará presente en los comicios de mayo. El acuerdo establecido en Vitoria con EA y Alternatiba (sic) recoge alianzas electorales que garantice su presencia.


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