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Diferencias entre astucia y trampa (¡Os tengo!)

Diferencias entre astucia y trampa (¡Os tengo!)

martes 22 de febrero de 2011, 17:52h
Churchill tenía astucia, pero Hitler era un tramposo cuya palabra no valía nada y por eso tomó los Sudetes a traición. Napoleón tenía astucia, pero Natham Rotschild fue un tramposo que compró la deuda de financiación de Waterloo para hacerse con el mercado mundial del oro.

Armada
fue muy astuto y Cortina muy tramposo.

Jordi Pujol tuvo astucia y Matas fue un tramposo. Guerra siempre fue astuto, pero Damborenea se volvió un tramposo. Rato es astuto y Bárcenas un tramposo. David Gistau es astuto y Sostres es un tramposo. Esperanza Aguirre es astuta y encuentra su camino dentro de las estructuras que le son contrarias y Rosa Díez es una tramposa que traiciona a los suyos para conseguir títulos, que no poder.

Antonio Asunción es listo. Jorge Alarte no. Hay un correlato entre astucia e inteligencia, pero no lo hay entre trampa y estupidez. Es evidente que entre el tramposo Rotschild y el tramposo Damborenea hay un abismo intelectual casi tan profundo como el que existe entre el despilfarrador de Alaquás y el frugal Artur Mas.

El 29 de Marzo Antonio Asunción y los capitostes del PSPV de hoy se encontrarán en el juzgado para dirimir el contencioso sobre los avales. Toni cree en la justicia española, y es lógico si tenemos en cuenta dos datos: uno, que es un hombre de honor y, por tanto, de palabra y dos, que fue ministro de España sin aferrarse al cargo. No dejo de sospechar que hay un algo de caballeroso quijotismo en su intento.

Varias veces le he dicho que entiendo la necesidad imperiosa que tenemos -yo también, sí- de acudir a la justicia en busca de equidad. La diferencia fundamental es que yo soy un idealista, no un político, y me basta con la verdad aunque sea tardía. Toni, en cambio, es un hombre pragmático y entregado a la política que necesita una decisión judicial operativa y a tiempo. Yo creo que cuando la justicia ponga las cosas en su lugar, mucho será lo que habremos ganado filosóficamente. Toni cree que cuando la justicia ponga las cosas en su sitio será el final de los caciques del pesebre.

La justicia española es lenta, tanto que en muchas ocasiones se convierte en injusticia y esa es la ventaja del tramposo, no del honorable, porque para cuando la cosa se substancie y dirima, las elecciones ya habrán pasado. Una justicia así es inoperante e ineficaz. Y Alarte lo sabe.

No tengo la menor duda de que a Antonio Asunción se le hicieron trampas en la recogida y en el recuento de avales con el único objetivo de impedir que llegara a las primarias que tod@s, incluidos sus rivales, sabíamos que iba a ganar. No sé si podré demostrarlo antes del juicio -29 de marzo 2011- pero sé que acabaré por conseguirlo. Posiblemente hasta hace unas semanas los tramposos estaban más o menos tranquilos porque entendían que yo oía campanas, pero no sabía dónde era el repique. Pero ahora ya lo sé. Ahora he encontrado mi Ariadna y el hilo se desvela ante mí como el camino del laberinto a Teseo: os tengo.

Hasta ahora creí que los torpes habían enviado un sms con la anulación de 200 avales a Asunción la misma noche del recuento. Ahora sé la verdad: el sms no salió de Blanquerías, sino de un amig@ que advertía (anónimamente, pero ya sé de quién se trata y es una fuente protegida) a alguien de la candidatura de Asunción que acababa de recibir una llamada en la que le avisaban que alguien de la planta 4ª del PSPV acababa de afirmar por teléfono que Asunción no había pasado el corte porque le faltaban 200 avales.

Lo fantástico, lo simétricamente hermoso a pesar de lo tétrico, es que cuando mi fuente envía el sms, Asunción ni tan siquiera había abandonado su sede para presentar los avales en Blanquerías; de hecho, aún faltaba más de media hora. Os tengo.

El problema es que para cuando esto se dirima judicialmente las elecciones ya habrán pasado y el PSPV se habrá descalabrado frente a un PP al que este pobre hombre tramposo y tan escaso de talento como de luces no puede ni arañar. No sé qué pasará entonces, no sé qué legitimidad puede tener un cartel ganado con añagazas y artimañas rastreras, pero sí sé que las elecciones no se repetirán, que los usurpadores no devolverán las actas de diputados y que los paniaguados intentarán defender con uñas, dientes y palabras envenenadas los cuatro euros por los que vendieron sus almas. O puede que solo se trate de su capacidad para no jugar limpio contra los que demuestran inteligencia, astucia y bonhomía.


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