Contrario a la Carta Democrática aprobada y acatada hasta ahora por todos los miembros de la Organización de Estados Americanos (OEA, en Honduras durante este fin de semana ha tenido lugar un golpe de Estado. El presidente constitucional de ese país, Manuel Zelaya, fue depuesto por el ejército hondureño y trasladado a Costa Rica en vísperas de una consulta popular sobre la convocatoria de una Asamblea Constituyente.
Desde casi todo el mundo se han oído pronunciamientos enérgicos a favor de la restauración inmediata del orden constitucional y la restitución de Zelaya a la jefatura del Estado en Honduras. Líderes de la ALBA, entre ellos el presidente Correa, se reunieron en Managua para coordinar acciones encaminadas a restituir la legalidad democrática en ese país.
En tanto, las agencias internacionales de prensa y medios de comunicación de todo el mundo han difundido imágenes de decenas de seguidores de Zelaya que levantaban barricadas y quemaban neumáticos en Tegucigalpa, mientras se instalaba un nuevo gobierno presidido por Roberto Micheletti, que ha recibido un fuerte rechazo por parte de la comunidad internacional.
Lo ocurrido tiene semejanza con los sucesivos golpes de Estado que tuvimos en Ecuador en los últimos años. Entonces y ahora nos pronunciamos a favor del respeto al orden constitucional y a las leyes, a la democracia y al derecho que tienen las autoridades legítimas de cada país de cumplir con el mandato que el pueblo les otorgara en las urnas. El caso de Honduras no es una excepción.
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