PINTADA DE VERDE

En ese país de piratas con título de ministros o alcaldes, latinamerican idols, concursos nacionales de papagayos y oscurantismos religiosos que muy probablemente lograrán que nuestros jóvenes más pobres no tengan acceso a una educación sexual que les prevenga de tanto drama, los mejores hombres y mujeres, los patriotas, no llegan al poder.

Carlos Iván Zúñiga fue uno de ellos. No voy a citar sus ejecutorias; no tengo suficiente espacio en esta columna. Baste decir que La Prensa fue su última trinchera de lucha y que así supimos que le angustiaban las deficiencias de la democracia panameña, de los partidos políticos, de la justicia. Que le preocupaba el creciente autoritarismo, la corrupción, la maltrecha educación pública y, cómo no, la salud de su tierra y de la Tierra.

“En la época de la patria vieja, debemos recordarlo, el Ministerio de Educación dedicaba varios días al año a sembrar árboles. Eran miles los niños que plantaban árboles en las campiñas y en la capital. Para tal fin, de modo previsor, Méndez Pereira creó el Día del Árbol. ¡Bellísima iniciativa! Ante los actuales peligros de sequedad y sequía producidos por los ‘arboricidas’, se torna urgente volver a las faenas del niño sembrador.

Yo recuerdo los árboles que en compañía de mi padre sembramos cuando niños. Luego fueron árboles amados, sus ramajes protegían como si fueran extensos brazos de la madre naturaleza …”, escribió en marzo de 2007. Y frente a la gravedad de la situación, apelaba una vez más a la conciencia ciudadana: “…sin una sociedad consciente de la gravedad del problema climático, todo programa de prevención resulta frustrante y de limitados resultados.

Es urgente, dada la gravedad del problema, que cada habitante del Istmo incorpore en su agenda de servicios cívicos la promesa de contribuir con su granito de arena al mantenimiento de la salud de la Tierra”. Ha muerto un patriota y desde “Pintada de Verde” y La Prensa, lo lloramos.