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Alberto Bonadona Cossío

El inocente fideicomiso

El inocente fideicomiso

martes 10 de marzo de 2009, 21:50h

El inocente fideicomiso

 

Alberto Bonadona Cossío

 

09-03-2009 Es  simple como irresponsable echar la culpa de actos humanos equivocados al  empedrado, éste al ser una simple cosa no tiene conciencia ni voluntad de defensa, tampoco de ataque. El mal uso del fideicomiso en YPFB ha sido realizado a partir de los decretos del Poder Ejecutivo y por los débiles convenios del Ministerio de Hacienda con el Banco Unión y con los jerarcas de YPFB. Que a esta altura se quiera insistir en la propia inocencia o desconocimiento de cómo se utilizo el fideicomiso que llevó a la caída de Santos Ramírez es simplemente una forma de evitar la propia caída al viejo estilo de Pilatos.

 

El fideicomiso es una figura jurídica utilizada en la formulación del presupuesto nacional desde hace varios lustros y no tiene nada en su naturaleza como tal que invite a sus mandantes, administradores o beneficiarios a embolsicarse esos recursos. La formación  de recursos en fideicomiso exige que se establezca un contrato bajo normas de prudencia, transparencia, responsabilidad y obligación de rendir cuentas tanto al Ministerio de Hacienda como a YPFB e, incluso al Banco de la Unión, si el contrato lo dispusiese así.

 

El Ministerio es el ente generador de los fideicomisos y, desde el momento que se colocan en el presupuesto general de la Nación, se ata a la obligación de fiscalizar su uso de acuerdo a la ley 1178 (SAFCO), Artículo 22. Asimismo, si la autoridad admite y observa el espíritu de esta ley expresada en su Artículo 1, inc. b, asume "sin distinción de jerarquía ,,, plena responsabilidad por sus actos rindiendo cuenta no sólo de los objetivos a que se destinaron los recursos públicos que le fueron confiados sino también de la forma y resultado de su aplicación". Aspectos que atingen absolutamente a todos los que tienen que ver con la asignación, aprobación y utilización de estos recursos públicos.

 

Las afirmaciones por parte del Senado, por ejemplo, en el sentido que el fideicomiso es la causa de la corrupción es como decir que un cuchillo de mesa es malo porque sirvió para asesinar a alguien pero es bueno cuando me ayuda a cortar mi presa de pollo para alimentarme. El cuchillo como tal no es bueno ni malo; es simplemente cuchillo y servirá para el fin que desee el ser humano que sí posee conciencia y razón. Hacer un fetiche del fideicomiso es una majadería, este instrumento no tiene mente, ni conciencia; es algo inanimado. La mala fe demostrada en su utilización, nazca de los decretos o de la falta de regulación y fiscalización del mismo, es carga que deben afrontar personas de carne y hueso.

 

Los 1.000 millones que se intenta dar en fideicomiso a YPFB a partir de un crédito del BCB debe cumplir los requisitos apuntados y establecer las garantías reales para asegurar su devolución. Hasta el momento no se ha hablado de qué tasa de interés comandaría tal préstamo. Peor aún, qué ocurriría si llegase el momento de insolvencia de YPFB y se tenga que recurrir a su embargo, no se olvide que tal situación es calificada de traición a la patria por la CPE. El clima de pretendida inocencia y supuestos celestiales sí es una invitación a la corrupción que aparece cada vez con mayor frecuencia en los ámbitos gubernamentales.

 

 

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