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El 'Equipo A' de Serrano

miércoles 01 de abril de 2009, 18:13h
Son los nuevos vecinos de Serrano. Los obreros que trabajan en las obras de mejora de la vía comparten 12 horas al día (de ocho de la mañana a ocho de la noche y los fines de semana hasta las dos de la tarde) con habitantes y comerciantes, la vida de esta arteria madrileña.

Desde el mes de octubre, trabajan con el pico y la pala al hombro y el casco en la cabeza para poner a punto una de las 'millas de oro' de la ciudad. Madridiario pasó un rato con una de las brigadas de trabajo, la que se sitúa junto al número 12 de la calle. Los obreros de la zona se hacen llamar el 'Equipo A'. La 'A' no viene de Aníbal (el jefe de este grupo de mercenarios televisivos), sino de Antonio, uno de los capataces que se pasa el día recorriendo la calle para controlar que la obra se desarrolle de la manera correcta y en los plazos que ha marcado el Ayuntamiento de Madrid.

Aquí no hay Fénix, Murdock o M.A. La cuadrilla es de lo más heterogénea. Españoles y extranjeros trabajan de sol a sol y codo con codo para sacar el tajo adelante, contentos de estar activos. "La cosa está muy mal, sobre todo en la construcción. Por suerte, no todo el mundo quiere ocuparse de esto porque es duro. Así que hay que dar gracias por tener trabajo", comenta Carlos, un ecuatoriano negro que con mucho humor pide que no le saquemos fotos: "Que salgo en negativo". Hay buen ambiente y mucha seriedad. Más arriba, otro obrero que no quiere decir su nombre incide en que no paran. "Siempre hay trabajo y hay que tener mucho cuidado porque pasan muchas personas y estamos muy cerca de las casas y las tiendas".

Embajadores municipales
Los obreros se han convertido en embajadores de la peatonalización parcial de Serrano. Conocen piedra a piedra lo que se está haciendo porque mascan el polvo de la obra cada día. Por eso, explican a los interesados lo que se va a hacer en la calle. Para más dudas, dan las señas de la maqueta que hay instalada en la Junta Municipal del distrito.

Clever, también ecuatoriano, asegura que la gente se ha ido acostumbrando a la presencia de las reformas, de los caminos provisionales, aunque reconoce que el periodo de obras no es plato de gusto. "Al principio, los vecinos y los comerciantes se enfadaban porque estar con la calle levantada es muy incómodo para los peatones y los coches, pero siempre que me preguntan les aseguro que Serrano va a mejorar mucho después de las obras", promete. Y continúa: "La gente nos pregunta qué es lo que están haciendo y entiende que cuando se construyan los aparcamientos -van a realizarse tres subterráneos para solucionar el problema en la superficie y ampliar la superficie peatonal, así como un túnel ferroviario que unirá las estaciones de Atocha y Chamartín- van a poder venir a comprar sin el follón de tráfico y estacionamiento que tenían antes".

Por desgracia, esa realidad final es el comienzo de sus problemas. Cuando acabe la obra volverán a la cruda realidad de la crisis. La que está golpeando severamente a los profesionales de la construcción.  "El sector está muy mal, sobre todo, para los inmigrantes. Trabajos por horas, casi sin derechos y jornadas muy largas. Pero es que hay que dar de comer a los niños", sigue Carlos. Esto no es televisión, nadie da falsas esperanzas ni garantiza la luz al final del túnel. Cada uno se busca la vida como puede. Clever combina ahora su trabajo en la obra con el de repartidor en el Telepizza por las noches. Su compañero depende de la contrata y luego espera encontrar otro trabajo. "Hay que ahorrar ahora que podemos", concluye. Es la única forma de aguantar la tormenta hasta que la cosa mejore.

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