Crítica teatral.- La estrella de Sevilla

Vasco hace un planteamiento casi de teatro de cámara. En un brillante espacio, transformable con una especie de bancos de maderas que son desde cama a muro de prisión, los actores entran y salen de la acción sin abandonar la escena. Visten trajes oscuros, muy de nuestro tiempo. Solamente la Estrella protagonista se enfunda un traje de novia en el momento más dramático de la función.

Abusos reales
Todo gira en torno a los abusos que comete el rey Sancho, deslumbrado por Estrella, una joven sevillana a la que quiere seducir a cualquier precio. Para conseguirlo no duda en recurrir al asesinato de su hermano, principal opositor a las pretensiones del monarca. Pero el brazo ejecutor será el prometido de la joven. Hasta aquí el drama. Pero en la obra también tiene gran protagonismo la dignidad del pueblo sevillano, representado por su Cabildo. Y, naturalmente, el honor, que es el causante de toda la tragedia. Vasco ha hecho una versión clara que permite seguir con facilidad los avatares del drama.

Prioridad del texto
En esta propuesta lo prioritario es el texto. Y, a la hora de decirlo, Daniel Albadalejo destaca sobre el resto del reparto como el rey Don Sancho. Es un actor cada vez más sólido. Arturo Querejeta, como el hermano deshonrado, tiene algún momento brillante. El resto cumple sin excesivo lucimiento. “La estrella de Sevilla” produce la sensación de ser un espectáculo de trámite en tiempos de crisis económica. Aún así, por su ritmo y por su duración, una hora y media, se deja ver con facilidad.