Amenaza de retirarse de la CAN, otro tiro al aire

Se suman a la errática política externa y muestran poco tacto en su manejo las declaraciones del presidente de la República, en su última cadena sabatina, de que si la Comunidad Andina de Naciones (CAN) insiste en derogar para sus miembros las restricciones arancelarias impuestas desde enero en el país como salvaguarda para la economía ecuatoriana, resolverá el Gobierno la separación del Ecuador del organismo andino. Además, son una suerte de tiro al aire porque, inclusive en el supuesto de adoptar esa decisión, que implicaría altos costos para la economía del país por eventuales limitaciones para las exportaciones ecuatorianas al mercado de los otros países andinos, los acuerdos vigentes en la CAN obligan a mantener el trato arancelario vigente por un lustro tras el retiro.

La CAN apoyó la resolución del Ecuador de restringir temporalmente las importaciones para afrontar el problema de fuerte desequilibrio en la balanza comercial, pero pidió que se respete la desgravación vigente para los socios andinos.

El Ecuador tiene razones para insistir, dentro de los mecanismos internos previstos por la CAN, un trato temporal de excepción sobre todo por la diferencia que se crea para la competitividad con los demás países que pueden devaluar sus monedas nacionales, y en el último año las han devaluado, argumento que ha esgrimido el presidente. Pero la fuerza de ese argumento se debilita con la amenaza y la bravata, que no deberían ser los caminos de una actitud seria en representación del país, obligado a cumplir los acuerdos suscritos.

Tampoco resulta coherente con las proclamas integracionistas sudamericanas y andinas una declaración de esa índole en el contexto de las cadenas sabatinas, amenaza que debilita más aún a la CAN, ya de debilitada con la separación de Venezuela, los desencuentros entre el Ecuador y Bolivia y Colombia y el Perú para negociar la apertura comercial con la Unión Europea y la ruptura diplomática con Colombia.