La calle de Fuencarral se ha convertido en un refugio del tráfico frenético de la Gran Vía, una vez ejecutada la mayor parte de las obras de peatonalización, a las que solo les faltan "algunos remates".
Ya casi está. A falta de "pequeños remates", Fuencarral ya se ha despedido del tráfico rodado entre la Gran Vía y la calle de Hernán Cortés. Desde ahora, solo los vehículos de emergencias, los de servicios municipales y los de carga y descarga —siempre que se sometan al horario restringido que fijará el Ayuntamiento— tendrán acceso a la zona, que se ha convertido en territorio exclusivo de los peatones.
El alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, dio este lunes un paseo por este eje acompañado por los delegados de Seguridad y Movilidad, Pedro Calvo, y Obras, Paz González, así como el concejal presidente del distrito de Centro, José Enrique Núñez.
El primer edil explicó que esta obra, que ha costado casi 2,2 millones de euros procedentes del Fondo Estatal de Inversión Local, "ha permitido que el peatón disponga casi en exclusiva del 91 por ciento de la zona, frente al 56 por ciento del que disponía hasta ahora". Un espacio de 9.731 metros cuadrados que contará con 39 árboles más y nuevo alumbrado. También se ha renovado el mobiliario urbano, instalando sillas individuales en lugar de bancos 'tradicionales', y se ha reordenado el tráfico de la zona.
Nueva reordenación
El alcalde, después de saludar durante su breve periplo a algunos comerciantes de la zona, desgranó los detalles de esta actuación y alabó la "paciencia" de vecinos y comerciantes, que "seguro que quedarán satisfechos con el resultado, tal y como ocurrió con las obras de la calle del Arenal a pesar de que algunos comerciantes se opusieron al principio".
En el caso de Fuencarral, cuya peatonalización se suma a las de Montera, Arenal y la Cuesta de Moyano, "si antes los peatones tenían que ir pidiendo perdón a los coches; ahora, los pocos vehículos que podrán circular por esta calle, previa autorización, tendrán que pedir perdón a los peatones", enfatizó. A partir de agosto, añadió, vecinos y visitantes podrán ir caminando desde Quevedo hasta la Plaza de Oriente sin tener que preocuparse por el tráfico.
"Y los mayores, ¿vamos en avión?"
Nada más concluir el alcalde su alocución, una sexagenaria que se había 'colado' en primera fila lanzó una pregunta al regidor: "Y las personas mayores, ¿vamos en avión?".
Gallardón, flanqueado por Calvo y González, no vaciló en acercarse y piropearla: "Está usted estupenda". "¡Porque me mantiene la lengua!", contestó ella, para protestar a continuación por el desplazamiento de la cabecera de la línea 149 de la EMT a la Red de San Luis. Al ver que se trataba de un asunto de movilidad, el alcalde le presentó al delegado del área, Pedro Calvo, y les dejó que resolvieran el asunto.
Y así lo hicieron. La señora se quedó más tranquila al enterarse de que, en caso de que le diera lo que ella misma llamó "una pataleta", alguien podría ir a buscarla a su casa en coche, pues, según le explicó Calvo, "hay vehículos autorizados para ayudar a personas impedidas". "Pues menos mal, porque estaba de una uva...", dijo ella aliviada. "¿Alguna cosa más?" Ella miró un momento la acera recién estrenada. "Bueno..., podrían poner más bancos".
Si (
No(
