El ex banquero se ha mostrado sereno, tranquilo, en paz consigo mismo; siempre se ha considerado “
preso de cuerpo y no de espíritu”.
Conde asegura que en su libro relata los hechos “
como él los vivió”, en primera persona, y que “
no se trata de un libro que pretenda hacer daño” sino que es “
un libro de esperanza”, “
un libro que enseña a sobrevivir” tras las rejas.
En ‘Memorias de un preso’, Mario Conde relata su lucha contra el sistema judicial, sus sentimientos, su profundo amor por su mujer (Lourdes), sus entradas y salidas de la cárcel, o lo que es lo mismo, su día a día como preso de Alcalá Meco. “
Yo siempre decía: pero por qué no me utilizáis para hacer cosas más útiles… pues no… acarreaba mantas y sábanas… y eso me daba mucho más tiempo libre para leer y escribir”, contestó al ser preguntado por sus quehaceres en presidio.
No se dejó ningún tema en el tintero. El ex presidente de Banesto habló de otros asuntos espinosos, que también aparecen en el libro, como la famosa llamada del Rey antes de la intervención de Banesto por parte del Gobierno,o la relación de Botín con esta intervención.
Conde aseguró que en su momento tuvo que decir que el Rey no le había llamado porque creyó que
“aquel lío, no era un tema en el que la corona debía estar involucrada, pero pasó”. En este sentido, Conde asegura que "
desvelar hoy la conversación" que mantuvo con el monarca, con la situación actual que están viviendo los bancos que sí están siendo ayudados por el gobierno, "
es desvelar una opinión sensata”.
También volvió ha hablar de
Emilio Botín, al que de nuevo quitó responsabilidad: “
Yo tengo claro que el señor Botín no tuvo ninguna responsabilidad en esta toma de decisión (la intervención de Banesto)” y añadió “
otra cosa es que después viera una oportunidad y la aprovechara. Actuó y se quedó con Banesto y tuvo la claridad (años después)
de reconocer que había sido el mejor negocio de su vida”.
Sin duda, parece que el libro ya está removiendo viejas rencillas en el mundo de la política, pero Conde lo tiene claro, “
no tengo miedo” a posibles represalias. Es un relato que se basa en "
hechos que han pasado", sin emitir "
juicios de valor" y sin mencionar "
muchas más cosas que pasaron", y concluyó recordando que “
cuando alguien escribe pensando qué le va a pasar, el producto que sale de su pluma merecería poco la pena”.