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La guerra de los Thyssen

jueves 05 de noviembre de 2009, 19:38h
Las declaraciones de Borja esta semana en la revista "¡Hola!" son un torpedo en la línea de flotación de la baronesa Thyssen, que ponen al descubierto una guerra soterrada que va más allá de las acostumbradas disputas entre madre e hijo, y que tienen su origen en la negativa de Carmen a aceptar que su primogénito se casara con Blanca Cuesta, a quien conocía desde hace diez años, pero a la que no consideró enemiga hasta que la pareja anunció su intención de casarse y posterior embarazo. Una cuestión no menor si tenemos en cuenta que Carmen por cinco veces le pidió a su hijo que se hiciera las pruebas de paternidad. Y cinco veces se las hizo Borja con tal de zanjar un tema que le humilló hasta lo más hondo de su corazón, y no digamos ya a Blanca, que tuvo que pasar por el trago de aceptar públicamente que su suegra dudase de su fidelidad y también por qué no de su integridad moral.

   Así las cosas, y cuando parecía que las aguas podían volver a su cauce, descubrimos que aquello no era más que el principio de una batalla que, gane quien gane, va a dejar profundas heridas en ambos bandos, heridas difíciles de cicatrizar, ya que lo que está en juego ahora, no es tanto la honra de Borja o de Blanca, como su patrimonio. La herencia que según Borja le dejó el barón Thyssen y que hasta ahora había manejado Carmen Cervera, sin rendir cuentas a su hijo.

   Algo que no había trascendido pero que pone de manifiesto lo que todos sabemos: el dinero, el maldito dinero, tiene la culpa de unas peleas que en este caso concreto -como en el de Junior con sus hijos-, se están llevando a cabo a través de los medios de comunicación, con luz y taquígrafos, ante el asombro del respetable, que no entiende cómo se ha podido llegar tan lejos, siendo como era Borja el ojito derecho de su madre. Con todo lo que esta tuvo que pasar hasta conseguir que una parte de la sociedad madrileña le reconociese su valía y cómo no, su poder económico, para negociar la permanencia en España de una de las pinacotecas privadas más importantes del mundo.

   Ver a una madre y a su hijo ventilar sus miserias en público, por más que lo que esté en juego sea una enorme fortuna, no deja de ser triste. Porque si algo no se le puede negar a Carmen han sido sus desvelos por Borja, y a este su cariño por una madre que se lo jugó todo por traerle a este mundo. No sé quién, pero alguien debería poner un poco de cordura en esta guerra, aunque dudo que ninguno de los bandos acepte los buenos consejos de quienes no ven con buenos ojos que los herederos españoles del barón Thyssen, caigan en los mismos errores que cayeron sus otros hijos.
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