Desagradecimientos

   El Parlamento Europeo ha criticado esta semana, a instancias del grupo popular, la "actitud débil" ante los piratas. En una dura resolución, los diputados consideran que no aplicar medidas coercitivas puede alentar nuevos casos de piratería en la zona. Teniendo en cuenta que el último barco liberado es el español Alakrana y que los piratas han obtenido el más cuantiosos botín jamás pagado por un atunero, la crítica iba dirigida claramente al Gobierno de Zapatero.

   Que tomen nota los pescadores vascos, esos que han llamado "asqueroso" al Presidente del Gobierno porque consideran que no se les ha traído a casa con la suficiente celeridad y que no tienen nada que agradecer a nadie. Su actitud se veía venir cuando se negaron a que sus familias -que si se sirvieron de los medios de comunicación "nacionales" cuando querían llamar la atención sobre el largo secuestro- viajaran en el avión fletado por la Armada para traerles de vuelta a casa. Las comparecencias de sus mujeres, tan prodigadas en televisiones, radios y periódicos, se cortaron de raíz en cuanto se supo de la liberación. No querían ser utilizados por ninguna fuerza política, ya que a ningún partido debían su vuelta a casa.

   Se podría pensar que tantas jornadas en manos de unos desalmados han perturbado su ánimo para justificar sus inaceptables declaraciones el único día en que el resto de los españoles, que permaneció con alma en vilo durante los cuarenta y siete días de su secuestro, les vio las caras. Porque si que le deben mucho a muchos. Aunque les pese.

Cientos de personas han trabajado en distintas áreas de la administración para lograr sacarlos de Somalia. La opinión pública, sensibilizada por su caso, ha presionado para que se hiciera la vista gorda ante el pago de un rescate que ahora Bruselas reprocha. La obsesión por salvarles la vida ha primado sobre cualquier otro objetivo.

   ¡Que diferente reacción la de los marineros gallegos! Luego, no deben ser las secuelas del secuestro lo que les lleva al desagradecimiento. Desde el patrón, el inefable y valiente Ricardo Blach (el que más palos recibió de los piratas), hasta el último marinero, pidieron al juez Pedraz "pasar página para ocuparse de otras personas que están en situación peor que la nuestra". Se referían a la tragedia del Ariana, un barco abandonado a su suerte en manos de los piratas desde hace siete meses. Ni el Gobierno de Malta, el de su bandera; ni el de Grecia, de donde es su armador; ni el de Ucrania, de donde son sus veinticuatro tripulantes, están dispuestos a mover ni un dedo por ayudar a los secuestrados. Esa si que es una tragedia asquerosa, el no tener al lado ni un Gobierno, ni unos conciudadanos, ni unas bandera.