El sistema financiero español es una referencia internacional

Continuamos con la crisis a cuestas. Con esa crisis financiera que está poniendo a prueba a entidades financieras, a supervisores, a autoridades monetarias, a regulación y, en definitiva, a toda la arquitectura financiera internacional. Por ello, ahora lo importante es salir fortalecidos de esta situación y estar preparados para futuras crisis.

A pesar de los años de bonanza, en los últimos tiempos hemos ido acumulando desequilibrios y fallos de mercado que han acentuado la interacción entre el sistema financiero y la economía real. El largo periodo de crecimiento económico, la innovación financiera que incentivó el desarrollo de estructuras y de productos complejos, sin atender a los riesgos que generaban, los fallos en la regulación y en la supervisión, así como la globalización sin precedentes del sistema financiero, han desequilibrado la economía. Pero el sistema financiero español ha sabido como resistir bien los efectos negativos de la crisis, gracias a su modelo de negocio, basado en la banca minorista.

No obstante, durante los momentos más graves, algunas entidades financieras han tenido que recurrir a la liquidez del Banco Central Europeo y a las facilidades del Gobierno a través de las emisiones con aval, pero ninguna se ha visto obligada a afrontar una crisis forzada por un excesivo recurso a los mercados mayoristas de corto plazo. De hecho, el mayor impacto para las entidades financieras españolas no ha sido la crisis financiera, sino su traslado a la economía real, tras un periodo de fuerte crecimiento económico.

La crisis actual ha puesto de manifiesto una evidente correlación entre los sistemas financieros más resistentes y los supervisores más vigilantes. Aquí, el Banco de España ha optado por un enfoque prudencial, cuyo objetivo es conocer en todo momento el perfil de riesgo de cada entidad y anticiparse con objeto de tomar las medidas necesarias para corregirlo en caso necesario, lo que ha permitido a nuestro sistema financiero mitigar dos de los principales riesgos: el carácter procíclico de la regulación bancaria y sus efectos nocivos sobre la economía; y la falta de transparencia y de claridad en los balances.

Por todo ello, podemos concluir destacando que el sistema financiero español está mejor preparado que otros muchos por el hecho de que ya cuenta con un mecanismo de provisiones dinámicas y con un supervisor activo, porque está, en términos relativos, mejor capitalizado y su modelo de banca, con un perfil de riesgo medio-bajo, y no debería requerir necesidades adicionales de capital. En definitiva, el sistema financiero español, pese al indudable impacto de la crisis, ha mostrado mayor resistencia que el de otros países de nuestro entorno actual.


* Juan Iranzo es director general del Instituto de Estudios Económicos y miembro del consejo editorial de Diariocritico de la Economía