Consolidado nuevamente el gobierno en el poder por una segunda gestión, se entiende que los errores cometidos, los “lapsus calami”, las declaraciones desacertadas, las imposturas irreverentes y la soberbia difícil de controlar y eliminar, gradualmente serán parte de un proceso de aprendizaje.
Osadas y corajudas acciones gubernamentales como brindar a la juventud accesos de participación activa tal el caso de la muchacha beniana de profesión modelo y que por solo ser bien dotada y de facciones atractivas todavía sufre la típica maledicencia por perfilarse ahora como futura gobernadora. Así mismo, un nuevo gabinete con una composición equilibrada del género femenino, son acciones acertadas y para los incrédulos “carambolas” o “chiripasos”.
Hasta aquí parece que todo va bien pero qué pasa con la gobernabilidad? Los jerarcas de Estado, sus brazos operativos, los obsecuentes y los utilitarios y funcionales sabrán lo que significa gobernar un Estado? Ya superamos los tiempos donde la ficha de ajedrez podía utilizarse en un juego de “Damas”, donde un activista sorpresiva e insólitamente se convertía en titular de una cartera de Estado. Para ellos y para los que guardan aspiraciones por recibir una pega y convertirse en “Rey Chiquito”, Gobernar significa dirigir o gerenciar un sistema. Significa también movilizar, en la medida de lo posible, todos sus componentes en una misma dirección. La gobernabilidad es un estado o situación del sistema que facilita o impide que se mantenga o cambie una determinada dirección. Un sistema es gobernable cuando está estructurado sociopolíticamente de modo tal que todos los actores estratégicos se Interrelacionan para tomar decisiones colectivas y resolver sus conflictos de acuerdo a un sistema de reglas y procedimientos formales o informales- que pueden registrar diversos niveles de institucionalización dentro del cual formulan sus expectativas y estrategias. La gobernabilidad se la construye y dirige colocando a los hombres y mujeres en el lugar que les compete por una simple idoneidad. Ser autoridad significa asumir una responsabilidad nacional y ejecutar políticas acorde con el contexto y su preparación personal. No podemos darle la responsabilidad de dirigir un avión boeing 747 al que honrosa y humildemente trabaja como lustrador de zapatos o vendedor de dulces, pastillas y chicles.
Por favor no nos vengan con el trillado pedregullo de que los movimientos sociales tienen la sabiduría de la lucha y el sufrimiento. Por pronunciar palabras ambiguas la gobernabilidad puede convertirse en un circo donde cada uno hace sus malabares ante la risa y complacencia del auditorio pero con consecuencias nefastas en el orden de nacional.
José Pastén Burgoa
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