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¿Tregua o preludio de ataque?

¿Tregua o preludio de ataque?

miércoles 10 de febrero de 2010, 13:34h
Comenzó la semana con un ambiente más sosegado, quizá al aunarse los buenos augurios de algunos analistas financieros y las declaraciones de personas como Botín y Fainé, que algo saben de estos asuntos, al respaldar las bases de una reforma laboral que gracias a la intangibilidad de las propuestas, suficientemente vagas para que fueran aceptadas por todos, abren amplios horizontes que en alguna medida darán resultado en un futuro inmediato. Me quedo con las ideas de flexibilidad y de favorecer la estabilidad laboral como contrapuntos de un problema que nadie puede desconocer.

En el otro campo de la crisis, el financiero, la difusión de algunos datos de la economía española como es el bajo nivel de la deuda y la relativa fortaleza del sistema financiero, han servido para que el ataque especulativo de la semana pasada se haya concedido una tregua, acaso para recoger beneficios, pero también cabe la posibilidad de estarse fraguando una operación de más alcance. Las lecciones recientes del sureste asiático o la más lejana de la última devaluación de la peseta en la década de los noventa tienen que hacer recordar a todos que los especuladores juegan con la debilidad del contrario, y no tienen empacho en hundir una economía o un sistema si les resulta ganancioso, lo que ocurre con frecuencia.

Por el momento la primera ofensiva no ha dado resultado y, aunque desde algunos medios, incluso españoles (¿?) se ha insistido en desacreditar más de lo que es la situación económica, el acuerdo de patronal y sindicatos y la publicación de algunos indicadores que muestran un cambio de tendencia, han permitido que la bolsa haya recuperado el resuello después de una semana negra.

Pero aunque la deuda española siga todavía con una buena calificación y en niveles muy aceptables, y aunque la décima de crecimiento negativo del PIB permita esperar un inmediato cambio de tendencia en el crecimiento, no se puede olvidar que tenemos cuatro millones de desempleados y con escasas perspectivas de mejorar sustancialmente; que existe un alto endeudamiento de las familias y simultáneamente una apreciable contención del consumo; que hay una carga de activos inmobiliarios en entidades financieras y empresas promotoras; y que la merma en la recaudación fiscal no se resolverá a corto plazo de no ponerse más medios de inspección a disposición de la Agencia Tributaria. 

Con esta situación que a grandes rasgos no puede calificarse de satisfactoria, aunque tampoco de catastrófica, solo una política enérgica e invariable de Gobierno, con una dirección clara y uniforme y allegándose de todos los apoyos posibles podrá alejar las tentaciones de los especuladores de reproducir sus ataques contra la economía española. En este sentido, es positivo que Rodríguez Zapatero haya tomado de nuevo la dirección y que haya aceptado el ofrecimiento de CIU para llegar a un pacto que otorgue más firmeza y seguridad a nuestra economía. Ese es el camino.                                                                               
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