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Carnavales y cardenales

Carnavales y cardenales

domingo 14 de febrero de 2010, 17:27h
El presidente de la Conferencia Episcopal Española y cardenal-arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, está muy preocupado por la crisis económica y por las cifras del desempleo de España. Y ha lanzado su último sermón semanal, títulado “La conversión cuaresmal en tiempos de crisis'. “Vivimos una crisis de nuestra economía con unas consecuencias dolorosísimas para muchas personas y familias", ha dicho el cardenal gallego. Y, como por arte de magia, ya ha encontrado la solución: ¡la “conversión política”! 

Para llegar a ella (a la solución cardenalicia), Rouco pinta el cuadro del Infierno de El Bosco: "Se pierde el trabajo; se teme perderlo; se teme al futuro: ¿quién y cómo se garantizarán las prestaciones para el desempleo, la jubilación, la vejez, la enfermedad?". Pero como estamos en el Día de Carnaval, que es cuando comienza el tiempo de Cuaresma, incorpora el elemento litúrgico, imprescindible en una homilía, aunque sea a través de la Cadena de Ondas Populares (COPE): "Se nos acerca la Cuaresma en un tiempo de crisis. Crisis económica, persistente y grave como pocas veces en el más próximo y alejado pasado. Los especialistas nos remiten a la crisis financiera del año 1929".
El cardenal, un jurista metido a economista, acude a la Historia de España del siglo XX, nada menos que a 1929, para asustarnos aún más de lo que estamos. Y, ya puesto a asustar, aunque olvidando que hoy es Día de Carnaval, se lanza a la yugular de los católicos, los ateos, los políticos, los libertarios, en fin, a las entretelas de nuestra vida personal, familiar, y social, o lo que antiguamente conocíamos como “la familia, el municipio y el sindicato”…vertical, por supuesto: “La inquietud es grande y la dura realidad de lo que se experimenta cada día en la vida personal, familiar y social avala, cuando no impone, esa impresión de incertidumbre y tensa preocupación que se advierte en los ambientes más populares y en la opinión pública". ¿Esta incertidumbre alcanzará también a los Presupuestos del Estado de 2011 en los que podría peligrar la subvención a la Iglesia Católica?

Ya lanzado, el incombustible cardenal va a descubrirnos, cual un conejo sacado de su chistera o de su anillo episcopal, la causa de todos nuestros males, y muy especialmente de la crisis económica y el desempleo que estamos sufriendo en nuestro país: "¿Qué nos ha fallado? ¿En qué hemos fallado todos? Es indudable que se pueden señalar con acierto causas de orden técnico: de ciencia y praxis económica, sociológica, política y jurídica. Esas causas, sin embargo, no lo explican todo". Ah, cuando uno creía que sí, que las causas deberían encontrarse por esa vía, va y espeta: "Las más decisivas hay que buscarlas en el ámbito de las conciencias y en el uso de la libertad. Son de naturaleza ético-moral y espiritual y tienen que ver con el ejercicio auténtico, veraz e insobornable de la responsabilidad personal y colectiva".  ¡Bingo! Las causas de nuestros males residen en nuestra mala conciencia y en nuestro mal uso de la libertad. Son “de naturaleza ético-moral”. ¡Ay Dios. Se le ve venir. La culpa la van a tener las abortistas, los homosexuales…y la Educación para la Ciudadanía. La estocada cardenalicia (que no taurina) la ha dado con el mismísimo título de su radio-homilía: la situación exige urgentemente una “conversión política y jurídica”.

¡Pónganse a rezar de inmediato Zapatero y Garzón, María Teresa Fernández de la Vega y Cándido Pumpido! ¡Rezad, desalmados, ateos, agnósticos, descreídos! Iros al Monasterio de Poblet o de Montserrat de ejercicios espirituales…y dejad el sillón al PP, cuyos dirigentes todavía no se han olvidado de rezar y manejan el santo rosario mientras se van al Parlamento a zurrar la badana del PSOE. Ellos sí que saben rezar una oración en tiempos de crisis, y no este Presidente, que desaparece cuando empieza la Cuaresma y se va a desayunar con Obama para leerle un parrafito del Deuteronomio. ¡Conversión es lo que quiere Rouco, y no Deuteronomios! La misma conversión que pedía estos días a Zapatero el Financial Times. ¡Qué casualidad!
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