Seis segundos para dejarte “desnudo”. Ese es el tiempo que dura el control en el primer escáner corporal instalado en el aeropuerto romano de Fiumicino capaz de detectar armas y sustancias explosivas que puedan escapar a los tradicionales detectores de metales. Su efectivo estreno para los pasajeros ha comenzado esta mañana en un vuelo de la compañía Contionental hacia Nueva York. Por ahora funciona de forma experimental y restringido a los vuelos con destino a Estados Unidos o a Israel. En los próximos días se instalarán también en los aeropuertos de Malpensa (Milán) y Venecia. Cuando termine el periodo de prueba, entre 4 y 6 semanas, se estudiará si extender a otros aeropuertos la utilización de estos aparatos que cuestan 150.000 euros cada uno. Pueden controlar a 450 personas cada hora.
A diferencia de otros escáners que emplean rayos X, la máquina instalada en el aeropuerto de Fiumicino usa electromagnetismo, porque las leyes italianas no permiten utilizar rayos X por razones médicas.
Cuando pasa el pasajero por la cabina, en un monitor aparece la silueta de un cuerpo humano. Es imposible reconocer su cara o establecer si se trata de un hombre o de una mujer. El sistema funciona como un semáforo: el verde se enciende si el pasajero obtiene el visto bueno al pasar por la cabina. Pero pueden aparecer líneas con unas luces rojas intermitentes: son las indicaciones para hacer controles manuales más profundos sobre esas zonas, a la búsqueda
de líquidos explosivos o cualquier objeto prohibido para llevar a bordo del avión.
Por ahora, los pasajeros no pueden ser obligados a pasar el escáner corporal. En ese caso, han de someterse a un doble control manual. Una vez superado el periodo de prueba, y si sus resultados son positivos, el control del escáner será obligatorio.
El escáner corporal fue inaugurado ayer por dos ministros italianos, los de Transportes y Sanidad, que se sometieron a la prueba y trataron de despejar las inquietudes y protestas de las asociaciones de consumidores. Por ejemplo, para Codacons esa tecnología “puede ser poten cialmente peligrosa para la salud de los viajeros porque no existen estudios que demuestren lo contrario”. Igualmente crítica se muestra la asociación de consumidores Adoc: “No somos conejillos de indias. Los experimentos no se pueden realizar con las personas”.
La respuesta del ministro de Sanidad,
Ferruccio Fazio, es que “no hay ningún riesgo, ni siquiera para los niños o mujeres embarazadas”.
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