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Las mismas caras con las viejas ideas

Las mismas caras con las viejas ideas

sábado 13 de marzo de 2010, 11:08h
La ciudadanía pide, de cuando en cuando, una renovación de rostros al frente de la política. Pocas veces se pide una revolución de fondo y forma en las ideas, es verdad, pero se entiende que los nombres nuevos alguna aportación traerán además de sus propias fisonomías. Como una imagen vale más que mil palabras, ahí va una: la semana concluye con la clausura del congreso de los socialistas andaluces, donde las mismas caras, que se dan paso unas a otras (Griñán en lugar de Chaves), en una expresión casi de gerontocracia, han expresado exactamente las viejas ideas.

Y, encima, el ex presidente Felipe González, el amigo del oligarca mexicano Carlos Slim, que acaba de ocupar el podio de honor de los más ricos entre los super extra ricos, se permite acudir al congreso mentado y fabricar el siguiente titular: “la Justicia está hecha unos zorros por el ‘ganao’ que hay al frente”.  Populista y dicharachera frase, sal gorda que olvida que el propio González tuvo sus responsabilidades en tiempos no lejanos para ‘arreglar’ una Justicia que él también contribuyó a degradar. Mismos perros, mismos collares. El mismo ‘ganao’, en suma, por usar, y pido perdón, la horrible frase de quien ejerció el mando supremo en España durante trece años. 

Así, lamentablemente, hemos terminado la semana: con una sesión de reconciliación de los (mismos) dirigentes ‘populares’ en Valencia y con más de lo mismo de los socialistas en el granero de votos y escaños que es Andalucía. Luego se extrañarán de que la ciudadanía se desinterese de la gestión de la cosa pública, luego se escandalizan de que las propias encuestas del Centro de Investigaciones Sociológicas digan machaconamente que, tras la situación económica y el paro creciente, el mayor problema para los españoles es… su clase política.

Inmersos en este panorama, no se acaba de entender que el presidente Zapatero se declare ‘satisfecho’, en una por cierto lamentable entrevista televisiva, ante la actuación de su Gobierno y, por tanto, se manifieste contrario a cualquier remodelación del mismo. Contrariando de esta manera los insistentes rumores --¿o anhelos?-- que hablan de crisis en el Ejecutivo inmediatamente después de que concluya la insulsa presidencia española de la Unión Europea. Una presidencia, ahora que hablamos de ella, que está animándose más por los nubarrones que vienen, por ejemplo las amenazas del ministro alemán de Finanzas contra los ‘socios’ de la UE que no hacen bien los deberes,  que por las realizaciones positivas y los fastos del mandato español.

La verdad es que este semestre de euromandato no está sirviendo a Zapatero para mucho en lo que a su imagen política se refiere. Dicen que, con el relevo en la Secretaría de Estado de Comunicación, prepara una ofensiva importante de regeneración de esta imagen. Ignoro, la verdad, si esto es cierto y si el periodista Félix Monteira, un  buen  profesional que viene de las filas próximas –no podía ser de otra manera, por supuesto--, tendrá manos libres para actuar. Desde luego, con algunos de los ministros/as con los que ZP se declara satisfecho, hay poco que hacer.  Sí, definitivamente son necesarios cambios, incorporar elementos nuevos, estrategias y tácticas originales, que, hoy por hoy, no vemos ni en el ámbito del Gobierno ni en el de la oposición.

Y esta es, acaso, una de las señas de identidad más lamentables que caracterizan la política española: estamos anclados en el inmovilismo, basándonos en el más reaccionario de los argumentos: el que justifica no arriesgarse con fórmulas inéditas porque ‘esto nunca se ha hecho así’ o, lo que es lo mismo, porque ‘esto siempre lo hemos hecho de esta manera’.  Con tan profundos argumentos, nada extraña que se desoigan continuamente los gritos de exasperación y los ruidosos bostezos de aburrimiento de los ciudadanos.

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