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Desastres naturales, medio ambiente y cambio climático

Desastres naturales, medio ambiente y cambio climático

lunes 15 de marzo de 2010, 12:58h
La especie humana y los hombres y  mujeres que la componen, en su lenta pero inexorable y continua evolución tiene avances, detenciones y errores que les lleva a seguir direcciones equivocadas adoptadas con mentalidad dogmática, hasta que alguien lanza un grito de alarma para la rectificación. Ante él, se estudia la situación, se adopta rectificar para volver a la ruta acertada y se continúa la marcha para cubrir otra etapa de innovación y avance hasta que otra nueva detención u otro error, obliga a rectificar de nuevo.

    Esto ha ocurrido con la postura que el Hombre Ecológico de nuestros días ha adoptado ante la Naturaleza, en su doble acepción desde hace 38 años, cuando en la Cumbre de Estocolmo de 1972 decidió dar prioridad a las cuestiones relacionadas con el Medio Ambiente, Cambio Climático y el Calentamiento de la Tierra sobre la atención a conceder a los Desastres Naturales. Así se reiteró en todas las Cumbres sucesivas, que recordemos fueron: Río de Janeiro (1992), Nueva York (1997), Kyoto (1998), Johannesburgo (2002), Nairobi (2006), Bali (2007) y Copenhague (2009).

    En ellas, se habló poco del hecho real de los Desastres Naturales que mata y hace sufrir a los hombres y mujeres de nuestro presente y pasado. Se preocuparon preferentemente del daño hipotético que podíamos causar a las generaciones futuras, a nuestros nietos y biznietos. Es tal la importancia concedida por Naciones Unidas al Medio Ambiente que se incluye con cita expresa entre los ocho Objetivos del Milenio, en el séptimo, titulado: Garantizar la Sostenibilidad del Medio Ambiente. Estas son sus metas:
-    Incorporar los principios del desarrollo sostenible en las políticas y los programas nacionales y reducir la pérdida de recursos del Medio Ambiente.
-    Haber reducido y haber realizado considerablemente la pérdida de diversidad biológica en 2010.
-    Reducir a la mitad, para 2015, la proporción de personas sin acceso sostenible al agua potable y a servicios básicos de saneamiento.
-    Haber mejorado considerablemente, en 2020, la vida de al menos 100 millones de habitantes de barrios marginales.

Y también en los INDICADORES que sirven para comparar en 2010, 2015 y 2020 cómo se ha cumplido cada meta. Dice así: Objetivo 7. Garantizar la sostenibilidad del Medio Ambiente.
7.1 Proporción de la superficie de tierras cubiertas por bosques.
7.2 Emisiones de dióxido de carbono (totales, per cápita y por cada dólar
      del producto interno bruto (PPA)) y consumo de sustancias que agotan
      la capa de ozono.
7.3 Proporción de poblaciones de peces que están dentro de unos límites
      biológicos seguros.
7.4 Proporción del total de recursos hídricos utilizada.
7.5 Proporción de zonas terrestres y marinas protegidas.
7.6 Proporción de especies en peligro de extinción.
7.7 Proporción de la población con acceso a mejores fuentes de agua
      potable.
7.8 Proporción de la población con acceso a mejores servicios de
      saneamiento.
7.9 Proporción de la población urbana que vive en barrios marginales.

    Este criterio ha sido adoptado sin el debido rigor científico por estar unido a la ENERGÍA y a la búsqueda de nuevas energías, que impulsan a nuevos negocios y planteamientos más rentables e inmediatos en las administraciones Estatales, Regionales o Comunidades Autónomas y Locales o Ayuntamientos. En las que hay que realizar muchas actividades desde plantar árboles a mejorar las carreteras, etc.

    Por el contrario, los DESASTRES NATURALES, para protegernos de los dañinos efectos que nos causan requieren menos inversiones y posibilidades de negocio. Por dos veces Naciones Unidas ha reiterado que los hombres somos dañinos para el Medio Ambiente y el Cambio Climático. El día 2 de febrero de 2007, en París se dio a conocer la primera parte  del cuarto Informe de Evolución del Cambio Climático, elaborado por el Panel Intergubernamental de Expertos de la ONU (IPCC). La noticia dio la vuelta al mundo. La Segunda parte, sobre los impactos del Cambio Climático se publicó una semana después y según estos expertos los gases de efecto invernadero que los hombres generan, son la causa inequívoca del calentamiento.

    Pero otro grupo de expertos científicos no de acuerdo con este Informe, le hacen llegar al Secretario General de Naciones Unidas Ban Ki-moon otra opinión. ¡Un grito discrepante! Y tras ser estudiada esta propuesta, la prensa recoge el jueves 11 de marzo de 2010 esta interesante noticia: Se va a efectuar una revisión independiente de la labor del Panel Intergubernamental de Expertos de la ONU (IPCC), tras los errores detectados por los críticos en sus informes. “Tenemos que saber con claridad qué es lo que sabemos y también las incertidumbres. Y debemos comunicarnos con transparencia y debatir con inteligencia dijo Ban, convencido de que “no hay pruebas que refuten la principal conclusión del informe del IPCC de que el hombre es responsable del calentamiento global”. Naciones Unidas ha encargado la revisión de los procedimientos que emplea el IPCC a la organización científica internacional Inter Academy Council, señaló Ban. “Quiero que quede claro: la amenaza del cambio climático es real”, agregó el responsable de la ONU. Por su parte, el presidente del IPCC, Rajendra Pachauri, aseguró que se está preparando un quinto informe sobre el calentamiento y que es “receptivo y sensible” a las críticas.

Si como consecuencia de esta revisión de la ONU, resultara que la influencia humana no es tan categórica como se creía, ayudaría a mi tesis, que afirma que los Hombres no debemos dañar al Medio Ambiente, pero debemos hacerlo en un segundo término de prioridades, dado que los recursos son escasos. Tanto si definitivamente se acuerda que los hombres dañamos al Medio Ambiente como si es lo contrario, considero que lo primero y más urgente es organizarnos de forma más eficaz en la DEFENSA DE LOS DAÑOS QUE NOS CAUSAN LOS DESASTRES NATURALES, pues Haití, Chile, Turquía y otros muchos ejemplos nos están pidiendo a gritos una mejor organización para responder ante las catástrofes causadas y reducir sus daños.

Solo quiero refrescar la memoria del lector sobre los efectos sufridos en estos últimos años. Todo Desastre de la Naturaleza, cualquiera que sea el área geográfica donde tenga lugar, y la clase e intensidad del mismo, perturba la vida de los seres humanos y les deja unas huellas de muerte, destrucción, profundo dolor, aterrorizada impotencia y largos plazos de recuperación y reconstrucción.  El terremoto de Perú (de 7,9 grados en la escala de Richter), los devastadores incendios de Grecia y el paso del huracán Katrina por la ciudad de Nueva Orleáns (que quedó anegada por las aguas), todos ellos Desastres Naturales acaecidos en 2007, deberían haber servido para alertarnos de la necesidad de organizarnos mundialmente más eficazmente para evitar en el futuro daños similares.

    Los Desastres de la Naturaleza que hemos padecido desde el comienzo del Tercer Milenio en el año 2000, han producido un factor común: sufrimiento de la población; desbarajuste generalizado de la ciudadanía y de los directivos políticos y administrativos; ayudas que llegan tarde y no son bien distribuidas a los afectados; cien formas de variada picaresca buscando la supervivencia; y saqueos y robos que las autoridades locales no pueden impedir, etc. Esto es, una serie de efectos colaterales, que aumentan el desconcierto físico y psíquico de las victimas, y su dolor y desesperación. Además, la curación de los heridos, por falta de medios, y la restauración de las infraestructuras causadas por terremotos, huracanes, tsunamis, inundaciones, volcanes, sequías, etc., suelen tener un ritmo de reconstrucción excesivamente lento y costosísimo. El vértigo de las noticias pasa rápido, pero los rescoldos del dolor y del sufrimiento de los afectados permanecen decenas de años, quizás mientras vivan. . . ¡Esta lección no puede ser ignorada!

    La principal legislación de la Asamblea General de la ONU sobre Desastres Naturales ha sido la siguiente: El Secretario General de Naciones Unidas presentó un Informe sobre las actividades del Decenio Internacional para la Reducción de los Desastres Naturales, 1990 – 2000” (documento A/54/132 – E/ 1999/80 y Add.1). En 1994 organizó la Conferencia Mundial sobre la Reducción de los Desastres Naturales (Yokohama). El 1 de noviembre de 1999 en el Informe del Secretario General sobre “Decenio Internacional para la Reducción de los Desastres Naturales: Nuevas disposiciones”, se publican los Objetivos de la Estrategia Internacional para la Reducción de los Desastres. Los principales Objetivos de esta Estrategia son: a) posibilitar que las comunidades adquieran resistencia frente a los efectos de los riesgos naturales, tecnológicos y ambientales, reduciendo los riesgos múltiples que estos efectos representan para la vulnerabilidad social y económica dentro de las sociedades modernas; y b) avanzar desde la protección contra las contingencias hacia la gestión del riesgo mediante la integración de estrategias de prevención del riesgo en las actividades de desarrollo sostenible.

    La Estrategia está estructurada en torno a cuatro objetivos principales, derivados a su vez de los objetivos mencionados:
a)    Aumentar la conciencia del público acerca del peligro que ciertos riesgos naturales, tecnológicos y ambientales representan para las sociedades modernas.
b)    Lograr que las autoridades públicas se comprometan  a reducir los riesgos para las personas, su modo de subsistencia, su infraestructura económica y social, y los recursos ambientales;
c)    Involucrar al público en todos los niveles de la puesta en práctica, a fin de crear comunidades resistentes a los desastres  mediante una mayor colaboración y redes más amplias de reducción de los riesgos a todos los niveles;
d)    Reducir las pérdidas económicas y sociales causadas por desastres y medidas, por ejemplo, por el producto interno bruto (PIB).

Naciones Unidas organizó una “Conferencia Mundial sobre la Reducción de los Desastres”, 18 a 22 de enero de 2005, en  Kobe, Hyogo, Japón que  constituyó una oportunidad excepcional para promover un enfoque estratégico y sistemático de reducción de la vulnerabilidad a las amenazas/peligros y los riesgos que estos conllevan. Puso de relieve la necesidad y señaló los medios de aumentar la resistencia de las naciones y las comunidades ante los desastres.

El reto de los desastres. Según Naciones Unidas las pérdidas que ocasionan los desastres van en aumento, acarreando graves consecuencias para la supervivencia, la dignidad y los medios de vida de los seres humanos, en particular los pobres, y para el desarrollo logrado a costa de mucho esfuerzo. El riesgo de desastres es un motivo de creciente preocupación mundial cuyo impacto y acción en una región pueden repercutir en los riesgos de otra, y viceversa. Ello, sumado a la vulnerabilidad exacerbada por la evolución de las condiciones demográficas, tecnológicas y socioeconómicas, la urbanización sin plan, el desarrollo en zonas de alto riesgo, el subdesarrollo, la degradación del medio ambiente, la variabilidad del clima, el cambio climático, las amenazas geológicas, la competencia por los recursos escasos y el impacto de epidemias como la del VIH/SIDA, presagia un futuro de amenaza creciente de los desastres para la economía mundial, la población del planeta y  el desarrollo sostenible de los países en desarrollo. En las dos últimas décadas más de 200 millones de personas se han visto afectadas en promedio cada año por desastres.

En el Informe del Secretario General de 3 de agosto de 2006 (documento A/61/229), en las conclusiones y en las recomendaciones deducidas de la “Aplicación de la Estrategia Internacional para la Reducción de los Desastres” y el Marco de Acción de Hyogo, se señala que: “El número de desastres que devastan poblaciones y destruyen bienes económicos y sociales continúa aumentando. Los datos registrados por el Centro Colaborador de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para la Investigación de la Epidemiología de los Desastres con sede en Bruselas demuestran que en el periodo abarcado  por el presente informe (junio de 2005 a mayo de 2006), se produjeron 404 desastres con efectos a escala nacional, esto es, uno al día por término medio.  Esta cifra es superior en un 25% al promedio correspondiente al anterior periodo decenal (1995 – 2004). En total, 115 países se vieron afectados y 93.000 personas resultaron muertas. Los costos económicos fueron 2,6 veces superiores al promedio decenal, alcanzando la cifra de 173.000 millones de dólares”.

El número de inundaciones fue aproximadamente un 50% superior y supuso el 97% de los daños económicos. Dejando de lado cifras, la pérdida de familiares, medios de vida y bienes, la perturbación de los mercados  y el aumento de los precios locales y los daños causados a los recursos naturales locales, pueden crear problemas que duren varios años a las comunidades afectadas. Las vulnerabilidades van en aumento debido a la mayor presión de la población en zonas urbanas y de elevado riesgo, combinada con la degradación  del medio ambiente, prácticas no seguras de utilización de la tierra, asentamientos no planificados y un ritmo rápido de urbanizaciones.

Ante lo expuesto, quiero destacar que Naciones Unidas conoce a fondo los daños que producen los Desastres Naturales y algunos Desastres Humanos (como los incendios provocados), pero no ha tomado medidas efectivas para que disminuyan, pues la legislación publicada carece del nivel necesario para lograrlo. Tendría  que ser del más alto rango, con unos Considerandos y Articulado análogos a los que forman la “Declaración Universal de los Derechos Humanos publicados en 1948”.

Se trata de la “ASIGNATURA PENDIENTE” de publicar por Naciones Unidas a la que denomino, en mi propuesta, “Declaración Universal de los Seres Humanos ante la Naturaleza”, documento único en el que figura la defensa frente a los Desastres Naturales y la protección del Medio Ambiente y el Cambio Climático. Incluyo las medidas detalladas a adoptar por las distintas Administraciones, la Cooperación Internacional entre los Estados, la coordinación de la Protección Civil, la creación de los “Cascos Verdes” que han de realizar la dirección y organización de las zonas afectadas y el comportamiento de los hombres y mujeres de los lugares siniestrados. Es decir, todo lo necesario para que los daños causados  en Haití, Chile, Turquía y tantas partes del mundo, no sean tan dolorosos y desorganizados.

¡Menos preocupación por el futuro, cierto o no, y más atención al doloroso y peligroso presente, que sin duda existe, y tanto sufrimiento nos acarrea!
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