La reforma de Obama

Barack Obama se ha anotado un gran puntaje político una vez que la Cámara de Representantes, luego de un año de trabajo, debate y negociaciones, aprobó una reforma sanitaria para los Estados Unidos. El triunfo demócrata también pone a prueba la visión de la seguridad social de los republicanos precisamente cuando éstos reprochan a Obama tender la mano -a un gran porcentaje de la población descuidada en el ámbito de la salud- sin salir de la gran crisis económica que tuvo como centro a EE.UU. durante el 2008 y el 2009.

Quizás por eso la reforma sanitaria impulsada por Obama desde su campaña electoral tiene más valía y matiza los errores de bulto cometidos en catorce meses de presidir su país.

Llama la atención, sin embargo, la oposición que tuvo la reforma en un sector conservador de su partido, es decir, los congresistas católicos que veían en algunos aspectos de la medida una sombra que alentaba el aborto. Sus actitudes y cuestionamientos no dejaron indiferentes a los negociadores de Obama y se expusieron todos los argumentos y las cesiones para no hacer fracasar la reforma. Al final un acuerdo zanjó los miedos y las sospechas.

Pero fue en febrero cuando Obama, al discutir en público con demócratas y republicanos la pertinencia de la reforma,  reconfiguró el nuevo rumbo político que tendría su oferta.

Desde entonces el presidente estadounidense, su partido y la población que aún confiaba en su palabra, llevaron un proceso que aclara –para los reformistas, sobre todo- el interés de Obama por marcar un quiebre en la política interna de EE.UU.

Posiblemente, en los próximos años, cuando la aplicación de la reforma incorpore a más de 30 millones de norteamericanos al seguro médico, la imagen y la obra de Barack Obama pueden afirmarse, a pesar de los errores que implica también gobernar una superpotencia militar.