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León de mis amores

León de mis amores

viernes 09 de abril de 2010, 08:20h
Hoy hemos venido a la ciudad de León, a la capital del viejo Reino de León, porque “Protagonistas”, que es una sinfonía de palabras abierta a toda España y al mundo entero, tiene una especial querencia por León y su provincia, donde se han escrito algunas de sus mejores páginas, en el esplendor de una de las catedrales más hermosas y más luminosas de la Cristiandad, o en las entrañas de un pozo minero, allá en El Bierzo, rindiéndoles tributos a los bosques fosilizados y a santa Bárbara bendita.

León: encrucijada, destino, campamento romano, sólida monarquía primitiva, Babia, los Picos de Europa, los templarios, la Tierra de Campos, viñedos y bodegas, camino jacobeo, arados y trillos, tractores y aviones, trigales y ríos, paisaje de cigüeñas y horizontes…y, sobre todo, buen paisanaje sobre un escenario que es un libro abierto a la memoria de la Historia y a los vientos del futuro. Un paisanaje noble y acogedor, hidalgo y hospitalario, que aprendió de la tierra la asignatura de la humildad, también la del orgullo mejor entendido, consciente, cervantinamente, de que “nadie es más que nadie si no hace algo más por los demás…”.

Cada año León espera el milagro de la primavera, y ha llegado después de una Semana Santa en que los penitentes y los papones y los Cristos y las Dolorosas han caminado en procesión bajo el azote de los últimos fríos con ese Jueves Santo en que la devoción hace un guiño pícaro y laico al entierro de “Genarín”, “políticamente incorrecto”,  con sus naranjas y su botella de aguardiente.

León para vivir, León para soñar, León para entender que, en este mundo confuso de “Gurteles” y ladrones, otros sentimientos son posibles y son altamente recomendables. Otras actitudes como la solidaridad, el amor, el entendimiento, el diálogo, el respeto mutuo, la apuesta porque la Humanidad, aunque se tambalee como una vieja carreta, siempre avanza hacia el progreso y hacia una vida más humana.

León, abierto al mundo: a los peregrinos y a los turistas, a los asturianos  o a los vascos que vienen a “secar”, y a los ecuatorianos o a los bolivianos que vienen a trabajar. País de secano y, paradójicamente, país de los mil ríos, auténtica Mesopotamia en el prólogo geográfico de Castilla. País de reyes y de leyes, de barro y de oro, de liebres y de truchas, de avutardas en el secano y de rebecos en los Picos de Europa.

Pero, como en un relato de nuestro cercanísimo Miguel Delibes, León en que se confabulan, como en las novelas del vallisoletano más universal…”un hombre, una pasión y un paisaje”. Un hombre que puede ser minero o labrador o profesor universitario o artista. Una pasión, que es el amor a la tierra y a sus tradiciones y a sus aventuras y desventuras. Y un paisaje difícil de elegir: el casco histórico y el Barrio Húmero, Babia, El Bierzo, Laciana, los Oteros, la Maragatería, Sajambre, el Páramo o el Valle del Silencio.

León de mis amores…
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