¿Qué apostamos?

No sé si alguien me podrá refrescar la memoria, pero creo que en los años ochenta o a principios de los noventa el incombustible Ramón García -acompañado de Ana Obregón, diría yo- presentaba un programa en Televisión Española titulado ¿Qué apostamos?. Es lo que tiene encender -sí, aunque haya TDT, aún utilizamos esta expresión-, como es mi caso, el televisor sólo para ver las Redes de Punset o cosas similares.

Bueno, evidentemente, no se tomen mucho es serio la máxima porque, está claro, no es verdad. Pero, tal como está el panorama de los puntos de luz que hace muchos años sustituyeron a las 625 líneas, mejor reír un poco y, de paso, agradecer al bueno de Eduard haber elevado el nivel de las ondas catódicas. Más allá del comentario, sí que puedo asegurar que apostar conmigo es perder seguro y para ello tengo un truco que no voy a desvelar: nunca se sabe...

Así que, lo siento, no les voy a dar esa oportunidad. Pero me atrevo al riesgo, simbólico, claro, del... ¿noventa a diez?. Venga, juguemos: el Tribunal Constitucional sentenciará el Estatuto catalán antes del verano. Así de claro.

No juego con el as en la manga que insinuaba anteriormente pero sí tengo -y perdonen la inmodestia- el control del juego. Y, así, puedo afirmar que si mi apuesta no se concreta será a causa de intereses espurios que nada tienen que ver con la situación real.

Porque, vamos a ver, si la ponencia de la magistrada Elisa Pérez Vera fracasó, aun con el cúmulo de restricciones que conllevaba para Cataluña, por demasiado permisiva, ahora, con el teóricamente más conservador Guillermo Jiménez -y la retórica con el adjetivo viene porque mira por dónde nos ha salido el progresista Aragón. Por cierto, nada que ver con la familia de payasos televisivos- el asunto, puede llegar al paroxismo.

Así que, don Guillermo, escriba usted un texto que anule a Cataluña el derecho a existir: 'les jeux son faits' y, oiga, a partir de mañana, de vacaciones a Hawai. O a donde le parezca, que a mi, como catalán, ¡Dios me libre de decirle lo que usted debe hacer!. Porque el voto afirmativo, lo tiene seguro. ¡Hágame caso, hombre!.