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Sin foto a la portuguesa

Sin foto a la portuguesa

miércoles 05 de mayo de 2010, 20:25h
No, no son ni José Sócrates ni Pedro Passos y nos hemos quedado sin una foto a la potuguesa , jede del Gobierno y jefe de la oposición juntos, para enseñarle los dientes a la crisis y a los mercados. Y eso que la escenografía estaba dispuesta y hasta parecía que la voluntades. Por una santa vez Rajoy había decidido hablar en Moncloa y no en Génova tras entrevistarse con Zapatero, recuperando un fair play que se había abandonado absurdamente en muchas ocasiones anteriores. El presidente le correspondía poniendo ujieres y gente de prensa de Moncloa a su servicio. El personal de Presidencia del Gobierno se puso a distribuir entre los periodistas, expectantes ante el encuentro, un documento con membrete del PP, que contiene todas sus recetas económicas, minutos antes de la rueda de prensa del líder de la oposición. Y puestos a aportar voluntarismo alguien había colocado dos atriles en la plataforma principal de la sala. Los fotógrafos preparaban encuadres para inmortalizar la instantánea en la que el Gobierno y la oposición se juntaban para asegurar ante los inversores y los especuladores que este país es solvente, por mucho que ambos tengan sus discrepancias políticas, que siempre va  a pagar sus deudas y que ponen la mano en el fuego de que, pase lo que pase y en lo que de ellos dependa, España nunca va a llegar a los cataclismos de Grecia. Como decía el castizo lo importante no era el acuerdo sino la falta que hacía. Pero una vez más va a ser que no para desgracia de todos y refocile de la cofradía del vaso medio vacío y uno de los atriles fue retirado rápidamente para evitar equívocos.

No hay manera porque nuestros dos líderes siguen tirando de su estrategia personal. Zapatero está convencido de que a partir de ahora empiezan los buenos datos económicos. Y mientras quiere capear el temporal apareciendo como el hombre que lleva la iniciativa y que pelea hasta el agotamiento para conseguir los acuerdos  con la oposición que le está pidiendo todo el país. Lo intentó con los pactos de Zurbano y ha insistido ahora con este cara a cara. En las dos ocasiones han salido acuerdos, por cierto, pero sin que se haya logrado la mínima imagen de unidad. Rajoy va de hombre alternativa. Acude cuando le llaman, faltaría más. Pero va más a vender sus desacuerdos que a elogiar los acuerdos que llega a suscribir. La idea a transmitir es que todo esto vale bien poco porque nada serio se puede acordar con un residente del Gobierno que ni hace nada ni sabe qué hacer. Hoy le han preguntado si creía que los mercados de valores iban a ver bien el encuentro. Respuesta: claro, porque habrán visto que yo si tengo alternativa.

No hay manera. Estos dos tipos son incapaces de dirigirse a la mesa de anotaciones y pedir tiempo en sus broncas para proclamar conjuntamente dos o tres cosas sencillitas: creemos en este país, somos una nación solvente por mucho dinero que debamos y aquí nunca nos va a hacer falta, se lo juramos por el euro, un plan de rescate a la griega. Y luego cada uno que vuelva a la cancha a lo suyo, a las acometidas parlamentarias, a los mítines de concienciación de la militancia y a las diatribas propias de la contienda partidaria, faltaría más.

Pero mira jefe Jaúregui, ya que te has puesto tan pesado para que te lo escriba, yo soy de la cofradía del vaso medio lleno. Mejor que se vean, aunque solo lleguen a estos acuerdos parciales, a que vuelvan a ignorarse otros  14 meses o a que se tiren horas hablando sin acordar nada como sucedió en ocasiones anteriores. ¿Te acuerdas aquello de Rajoy de “Yo no sé para qué he venido” de años anteriores? Admítelo hubo resultados peores que éste. Es poco pero es lo que hay. Se cruzan apuestas sobre lo que van a tardar en volverse a reunir aunque solo sea para acuerdillos como éstos.
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