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Aguas revueltas en el PSM

Aguas revueltas en el PSM

lunes 10 de mayo de 2010, 14:19h
Históricamente, el socialismo madrileño nunca ha sido una balsa de aceite. Tampoco lo era, en los tiempos de la clandestinidad, el socialismo sevillano, y una jaula de grillos igualmente lo fue el socialismo catalán antes de la unificación. Pero la unidad conseguida en Andalucía o en Cataluña nunca tuvo un reflejo exacto en la antigua Federación Socialista Madrileña (FSM), actual Partido Socialista de Madrid (PSM). Así que las aguas bajan revueltas, como siempre, en una organización, la madrileña, especialmente conflictiva: no hay candidatos de peso ni para la Comunidad ni para el Ayuntamiento de Madrid y, a mayor abundamiento, el enfrentamiento entre el secretario general del PSM, Tomás Gómez, y el vicesecretario general socialista, José Blanco, ha dado como resultado una deplorable imagen de división entre la organización territorial y la dirección federal de cara a las elecciones de 2011.

Desde posiciones internas del socialismo a nivel federal, algunos realizan una lectura un tanto interesada, pero que no deja de tener un gran valor político: Tomás Gómez, que, efectivamente, ha conseguido apaciguar las aguas internas en el PSM, un valor que le reconoce sobre todo la secretaria federal de organización, Leire Pajín, no es, sin embargo, 'el candidato' que el Partido Socialista necesite y mucho menos que pueda 'vender' a la opinión pública madrileña para batir a la populista Esperanza Aguirre. Ése, y no otro, es el origen de todos los males.

Blanco, que se desayuna todos los días con sus particulares gurús en sondeos electorales, sabe que Madrid vuelve a estar perdida con Gómez, y no sólo la Comunidad Autónoma. Gómez no sólo no tiene tirón, sino que arranca suspicacias en el electorado y su 'efecto a la baja' puede influir igualmente para el Ayuntamiento madrileño, donde parece que va a repetir sin problemas el denostado Ruiz-Gallardón. Es decir, no es que Gómez no tenga tirón; es que produce el efecto contrario: desanima a su posible electorado, que cae en una apatía total incluso a la hora de votar en el Ayuntamiento de Madrid.

Números cantan, y números son los que maneja Blanco para rechazar -como rechaza- a Tomás Gómez. El PP ganó la Comunidad en 2007 con 1.577.926 votos, o lo que es lo mismo, con el 53,30 % y 67 escaños. Incuestionable. Pero, además, es que volvió a ganar con mayoría absoluta con 240.000 votos más que en las elecciones de octubre de 2003 (las extraordinarias en Madrid-Comunidad después de 'Tamayo'). El PSOE, por el contrario, obtuvo sólo 990.473 votos, el 33,46 % y se quedó en 42 escaños.

Los 'Tomasistas' argumentan -frente a las tesis de la dirección federal- que entonces el candidato -en 2003 y en 2007- era el inefable Rafael Simancas. Cierto. En mayo de 2003, Simancas obtuvo 1.225.390 votos, lo que dio 47 escaños. Junto a IU podía formar gobierno; pero su pésima gestión en el 'tamayazo' le privó de esa posibilidad y tuvo que concurrir a unas elecciones extraordinarias en octubre, en las que perdió nada menos que 200.000 votos y dos escaños. Se argumentó entonces que todo había sido consecuencia de dos traidores, Tamayo y Sáez, y consiguió que Zapatero le revalidara como cabeza de cartel en las de 2007. Pero ahí volvió a perder 100.000 votos y 3 escaños.

Ahora, los 'Tomasistas' dicen que "Tomás Gómez no es Simancas", pero en la sede federal saben que tampoco tiene ningún tirón… salvo el apoyo implícito de Rodríguez Zapatero, que valora muy bien el hecho de que haya conseguido aglutinar en el PSM a un 80 % de las corrientes internas, que se las traen. Pero el hecho de que la dirección federal no haya abierto aún el proceso de designación de candidaturas ha puesto de los nervios al líder regional madrileño, que ha optado por el echar un pulso a Blanco, apoyándose en Pajín.

Así que, mientras en Ferraz se lo piensan, los movimientos en la federación madrileña para buscar candidatos alternativos por parte del sector crítico a Gómez no cesan. De momento, ya se ha postulado uno: Ángel Gimeno Marín, militante de la agrupación de Fuencarral, miembro del Comité Regional e impulsor de una nueva corriente crítica, Socialismo Democrático Socialista, cuyo lanzamiento lo ha hecho a través de la red.

Gimeno no es una alternativa real -se ha 'pinchado' él mismo después de dos comparecencias televisivas- y Gómez ha podido respirar. El hecho de que haya arremetido contra la secretaria de Organización en Madrid, Trinidad Rollán, imputada por un delito de prevaricación y a la que le ha pedido que deje su cargo, como le exige también el PP, o que se alíe con críticos a punto de la expulsión, como el concejal madrileño Alejandro Inurrieta, le han cerrado la puerta del 99 % de la Ejecutiva regional, según cálculos optimistas del secretario de Economía, Comercio y Turismo del PSM, Antonio Miguel Carmona, un hombre muy mediático.

Alivio para Gómez, pues, que después de ver el debut de Gimeno pide, incluso, la apertura de primarias. Así de seguro se siente. Una 'seguridad' que viene reforzada por el apoyo explícito de una treintena de alcaldes socialistas de importantes municipios madrileños. Lo que no cuenta Gómez es que en esa lista de apoyo faltan tres importantes nombres, los de los ediles de Fuenlabrada, Manuel Robles, y de Leganés, Rafael Gómez Montoya, y el de Collado Villaba, José Pablo González Durán, que no se sumaron al comunicado.

No importa ese último dato, porque Gómez sí tendría garantizado el apoyo del 80 % de la organización después de que su rival en el pasado Congreso, José Cepeda, que aglutina a la línea más de izquierda del PSM que dejó José Acosta, ha dado -de momento- su respaldo a la autonomía del partido en Madrid que defiende el secretario general. Además, ni Cepeda ni los antiguos guerristas, tuvieron jamás la más mínima sintonía con Blanco, y ahora sí la tienen con Leire Pajín.

Pero, en fin, internamente, Gómez, tras hacer las paces -más de cara a la galería que reales- con Blanco, sólo parece tener quebraderos de cabeza por ver cómo 'empotra' en las listas a los seguidores de su antecesor, Rafael Simancas. Porque, ahora, la lucha por colocar en las listas a dirigentes 'simanquistas' y a concejales afines a Blanco es otro de los detonantes de la guerra 'fría' que mantienen con Ferraz, en donde sigue mandando sin duda el ministro de Fomento.


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