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Cuestión de confianza

Cuestión de confianza

miércoles 19 de mayo de 2010, 19:36h
"Yo creo que este hombre no va a ganar nunca. ¿Tú has visto a alguien presentable que lleve las chaquetas tan anchas y con cuatro botones?". El comentario me lo hacía el pasado martes durante una conferencia coloquio de María Dolores de Cospedal en Antares, una vieja militante del PP de toda la vida, una de tantas que se muestran convencidas de que el presidente del PP, Mariano Rajoy, no tiene ni el carisma ni la fuerza necesaria como para vencer a Zapatero en unas elecciones limpias. Aunque el razonamiento de la chaqueta es para no tenerlo en cuenta, la cuestión, pese a ser anecdótica, no es baladí.

Son muchos los que coinciden en afirmar que Mariano Rajoy carece de la maldad necesaria para hacerle frente a un partido, el PSOE, capaz de utilizar todos los resortes posibles (y hasta los imposibles), los legales y hasta los dudosamente ilegales para mantenerse en el poder. Algunos de sus detractores consiguen hasta razonar su desprecio por Rajoy aludiendo a su falta de liderazgo, a su excesiva pasividad, a su flema, a su carácter de "laissez, faire, laissez paser" y a su particular forma de ser gallega de no saber nunca si sube o si baja, si entra o si sale. Otros, la mayoría, no hacen sino repetir las consignas que el PSOE ha ido propagando en sus medios afines, ya saben, "el Gobierno lo está haciendo mal, pero la oposición lo hace peor" o "¿qué oposición es esa que sólo se dedica a criticar y no propone soluciones a los problemas?". Y pican vaya que si pican. Tanto que yo diría que, en estos momentos, el gran problema de Rajoy (y por lo tanto del PP), son las críticas emanadas de sus propios votantes, a algunos de los cuales lo que de verdad les pide el cuerpo es que Mariano se echara al monte y liderara un golpe de Estado. Y, por último están los que como la señora que comentaba al principio de este artículo, se basan en chorradas diversas para destrozar su imagen y su presunta valía política, simplemente porque les llega más el populismo dicharachero y casi ultra de una Esperanza Aguirre. También reconozco que en estos cuatro años, la oposición del PP debería haber tenido las suficientes agallas como para movilizar al personal por cuestiones fundamentales (congelanción de sueldos, bajada de las pensiones, paro) y no por las anecdóticas como los matrimonios homosexuales, la píldora del día después o la reforma de la lay del aborto así como plantear en el Congreso medidas más drásticas como recusación de ministros o mociones de censura al presidente, aunque las pierdan. No lo han hecho y de ahí la desconfianza de sus propios votantes en el líder.

Que conste que me limito a exponer una serie de consideraciones sin entrar a juzgarlas. Cada uno es dueño de su voto y puede hace con él lo que le venga en gana. Pero hay algo que está claro. No vale dedicarle veinticuatro horas del día a criticar al Zapatero y al PSOE (algo que se ha acabado por convertir en un deporte nacional por e-mail) y, llegado el momento de ejercer el derecho en las urnas, no acudir, quedarse uno en su casa o votar nulo para poder seguir otros cuatro años más criticando a quien gane, que en este caso, volvería a ser el PSOE de Zapatero. Por desgracia los ciudadanos (y, perdón señora Aido, ciudadanas) sólo disponemos de un resorte para expresar nuestra voluntad y ese resorte, por mal que nos pese, sólo podemos ejercerlo una vez cada cuatro años. Desperdiciarlo es como renunciar a una bonoloto de cinco aciertos con tal de ver una mala película en la tele.

Es evidente que Rajoy no ilusiona a sus posibles votantes. Pero no lo es menos el refrán español que dice "a falta de pan, buenas son tortas" o el que afirma que "en el país de los ciegos, el tuerto es rey". Pues tortas o tuerto, Mariano Rajoy es en estos momentos la única alternativa válida para que Zapatero no continúe destrozando el país otros cuatro años más. Y, no nos engañemos, en nuestro sistema electoral regido por la Ley D`Hondt, votar a paridos minoritarios como la UPyD de Rosa Díez, es casi como quedarse en casa.

Veremos que ocurre cuando pase el verano. Si la crisis continúa castigando al personal se puede ver un numerito en el PSOE. Son muchas las voces que se levanta ya en busca de un nuevo lider que relance la imagen de un partido ligado a la ineficacia y el caudillismo particular y personalista de Zapatero. Se busca un nuevo candidato que como me decía la señora que comentaba al principio de este artículo "lo mejor que podían hacer los socialistas es fichar a Rajoy".
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