El próximo miércoles, sindicatos y patronal se vuelven a mirar frente a frente para intentar sacar adelante un acuerdo sobre la reforma del mercado laboral. Las expectativas son pesimistas por más que los sindicatos están haciendo lo indecible por buscar un acuerdo, mientras, todo hay que decirlo, la patronal aprovecha las circunstancias para que los sindicatos negocien a la baja.
Es cierto que en nuestro país los contratos laborales son un auténtico galimatías y que habría que simplificarlos. También es cierto que, a veces, hay excesiva rigidez en los acuerdos resultantes de las negociaciones colectivas porque en ocasiones hay empresas, que debido a una situación de crisis, no pueden hacer frente a todos los términos acordados en esa negociación general.
Soy de las que creen que hasta el último minuto nada está perdido, de manera que aún es posible el acuerdo, pero me preocupa esa campaña de sal gruesa contra los sindicatos a los que se quiere presentar, desde ciertos sectores de la derecha mediática, como antiguallas que no defienden de verdad los intereses de los trabajadores.
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Para mí, el gran error de los sindicatos es que se han convertido en máquinas burocráticas, en ocasiones alejados de la realidad. También se les puede reprochar parecer más preocupados por los que tienen trabajo que por los que están en el paro. Pero más allá de los errores, los sindicatos cumplen una función social, y sin ellos la situación de los trabajadores sería peor de la que es, quedaríamos directamente en manos de intereses ajenos.
Insisto en que están siendo extremadamente prudentes, y que los paros convocados, como el de funcionarios, ha estado medido para no provocar el caos. En cuanto a la huelga general, hasta ahora más parece un gesto de amagar y no dar, aunque naturalmente si al final no hay acuerdo para la reforma laboral, a lo mejor se ven avocados a convocarla.
Saben, en esta situación que padecemos, y se diga lo que se diga desde ciertos sectores, lo cierto es que los sindicatos están actuando con un gran sentido de la responsabilidad, intentando llegar a un acuerdo y midiendo concienzudamente todos sus pasos.
Lo indignante es que la crisis económica la hayan provocado un grupo de desalmados que se han enriquecido aún más, y las consecuencias y el coste lo tengamos que pagar los demás. A veces pienso que toda esta crisis está provocada, entre otras razones, para restar derechos sociales a los trabajadores, por devolvernos a cincuenta años atrás, con la excusa de que es necesario que renunciemos a los derechos adquiridos para salvar la economía que han hundido los especuladores.
En fin, por el bien de todos ¡ojalá! se logre un acuerdo entre sindicatos y patronal, pero un acuerdo justo que no suponga un paso atrás.
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