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La polémica de Altamira

jueves 10 de junio de 2010, 08:27h
    La cueva de Altamira, en Cantabria, que es la 'Capilla Sixtina' del arte rupestre, será reabierta al público, después de haber sido cerrada en dos ocasiones (en 1977 y en 2002) debido al perjuicio que para sus figuras suponía la presencia humana. Las pinturas datan de entre 14.000 y 20.000 años, y han llegado hasta nuestro tiempo en unas condiciones aceptables. Sin embargo, los científicos han detectado que las visitas eran nocivas ya que el desfile permanente de turistas producía un peligroso cambio medio-ambiental, así como la proliferación de microorganismos dañinos para los pigmentos. Y, como remedio, o como mal menor, se ha construido una colosal réplica de la cueva original que, en menos de 10 años, ha recibido dos millones y medio de visitas.

     La polémica está servida: los expertos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas se oponen a la reapertura. El gobierno cántabro, presidido por Miguel Ángel Revilla, apuesta a toda costa porque los visitantes puedan acceder a la cueva. Y, por último, el ministerio de Cultura, con una solución salomónica -que es la que ha salido adelante- es partidario de un cupo limitado, y aún no determinado, de visitantes.

    No olvidemos que junto al Museo del Prado o la Alhambra de Granada, la cueva de Altamira es una de las realidades culturales de España conocidas y veneradas en todo el mundo, y que su condición de Patrimonio de la Humanidad es mucho más que un título oficial. Ese misterioso río de la actividad plástica en nuestro país, que pasa por Velázquez o por Picasso, tiene su manantial en Altamira, allá donde los cazadores y los pescadores nos dejaron, sobre las paredes de su refugio, la crónica de su vida, el “cómic” monumental que precedió en muchos siglos a otras formas de comunicación, como la palabra escrita, la fotografía, el cine o Internet.

   Por lo demás, y sin entrar en quién tiene o quién deja de tener razón en el 'caso Altamira', el hecho de que la conservación de un monumento universal suscite polémica resulta alentador. No todo está perdido cuando una sociedad, con sus aciertos o con sus errores, lucha por dos objetivos: uno.-  disfrutar de la belleza que nos han dejado los genios de la prehistoria. Y dos.-  preservar  y legar esa belleza a las generaciones venideras.


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