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...y, sin embargo, ganaremos la batalla europea

...y, sin embargo, ganaremos la batalla europea

sábado 12 de junio de 2010, 10:50h
La verdad es que algunos medios de comunicación anglosajones no lo ponen demasiado fácil, pero tengo la impresión, a fuer de optimista, de que el Gobierno español –sí, ‘este’ Gobierno español—acabará convenciendo antes a Europa de la bondad de las medidas para hacer frente a la crisis económica que a los propios círculos nacionales. Pero, de todas maneras, tanto las medidas de ajuste para contener el gasto público como los cambios en el marco laboral tendrán, casi forzosamente, que salir adelante. Aquí, en España, y allí, en Bruselas (y en Washington, claro).

Estamos ante un fin de semana en el que, presumiblemente, los teléfonos de La Moncloa van a echar humo en busca desesperada de apoyos para el ‘papel’ producido por el Gobierno sobre la reforma laboral. Y uno, insisto en que en plan optimista, cree que, al final, ya que no se ha llegado al acuerdo entre las llamadas fuerzas sociales (que no han sabido estar a la altura), sí habrá un cierto grado de acercamiento entre las fuerzas políticas. Y la tímida, pero necesaria, reforma en las relaciones del trabajo, acabará saltando, aunque sea a trancas y barrancas, el escollo del Parlamento español, primero, y el del Consejo Europeo, después.

Y es que, al final, virando ciento ochenta grados en sus planteamientos, con enormes titubeos, chapuzas y contradicciones, el Gobierno ha empezado a hacer los duros deberes que se nos imponen para seguir en el club europeo. Y no queda otro remedio que reconocerlo, tanto dentro como fuera de nuestras fronteras.

No, el tema no está fácil, entre otras cosas porque el Gobierno español ha sabido generar enormes desconfianzas en territorio nacional y en el extranjero. A este respecto, destaca la animosidad que contra la coyuntura española muestran algunos influyentes diarios económicos británicos y norteamericanos –ahora se empeñan en hablar de la “quiebra española”, lo que no ayuda mucho, la verdad--.

Pero la reforma estructural emprendida, no precisamente por su voluntad, por el Gobierno de Zapatero tendrá forzosamente que salir adelante. Otra cosa sería simplemente impensable, dado que la Unión Europea, de la que tanto dependemos, se ha convertido en un desconfiado gendarme de cualquier movimiento que se produzca en el Consejo de Ministros español. La solución, así pues, la semana próxima.



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