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Hilar fino

Hilar fino

sábado 12 de junio de 2010, 13:29h
  Puesto que el Gobierno va a contar, si nada se tuerce, con el apoyo de casi todos los grupos parlamentarios, excepto Izquierda Unida, para aprobar el Decreto de la reforma laboral, tiene que hilar muy fino en sus negociaciones de estos días para dar con la fórmula que salve la cara a los sindicatos.

   Esta vez si, esta vez, el grupo mayoritario de la oposición, el PP parece que se atiene a razones y no va a dar la segunda espantada frente a una exigencia de la Unión Europea. Aunque la tentación hacia la demagogia persiste y todavía se oyen voces dentro de sus filas que proclaman que "por el despido libre" no pasarán. Cristóbal Montoro lleva días viéndose discretamente con el ministro Corbacho.

   Tanto Comisiones Obreras como UGT lo último que querrían sería verse abocados a una huelga general que, tras la experiencia del paro de los funcionarios, saben que puede ser un sonoro fracaso. Pese a que siguen amenazando a Zapatero con la huelga; palabra que no se les cae de la boca (están en su derecho y es su obligación). Pero también esperan un gesto que les permita salvar la cara de una negociación en la que las cartas estaban marcadas, porque la patronal se ha sentado a esperar que otros le hicieran el trabajo sucio que exigían las medidas de ajuste por la crisis, los mercados y los organismos internacionales.

   La clave está, no en las cuantías de la indemnización por despido por las causas ya reguladas  -solucionado con la fórmula FOGASA-, si no en esos despidos en empresas con problemas económicos  que no tienen que justificarse ante un juez, que se indemnizan con veinte días y que los sindicatos temen que, o se les exigen a las empresas garantías de su insolvencia o se convertirá en un coladero de despidos masivos.

   El Gobierno tiene así en sus manos la responsabilidad de cerrar con el resto de los partidos, aceptando aquellas propuestas que vayan en la buena dirección, una reforma que no aplaste las reivindicaciones de los sindicatos. No tanto por el temor a la convocatoria de una huelga general, que a todos los gobiernos se la han hecho y no ha pasado nada, si no porque no se puede dejar a los representantes de los trabajadores como los malos de la película  y, menos aún,  como los derrotados de esta batalla. Cuando que, ni ellos ni los ciudadanos, que con su IRPF cotizan a las arcas públicas casi en solitario,  han tenido ninguna responsabilidad en la generación de este cataclismo económico y que se han convertido en  los verdaderos perdedores.


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