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Prohibido preguntar

Prohibido preguntar

martes 15 de junio de 2010, 13:07h

En España se ha puesto de moda un género seudoperiodístico insólito, equivalente a hacer paellas sin arroz o tortillas sin romper huevos. Nos referimos a las ruedas de prensa sin preguntas.  Tantos años de aspiración informativa para que tal o cual político, del Gobierno o de la oposición, diese la cara, y el entrevistador fuese un intermediario entre lo que se pregunta la calle y lo que responde el personaje de turno,  y ahora resulta que muchos políticos  -no todos-  se niegan a responder cualquier pregunta.

Es un género tanto periodístico como teatral nuevo: sale a escena el actor, cuenta su milonga, lee sus letanías, se levanta y se marcha a la voz cuartelera de “hemos terminado, muchas gracias”.

Por cierto que Radiotelevisión Española, que es un invento con mucho de propaganda estatal ( y que en su dilatada historia ha pasado por distintas épocas, unas más lanares e integradas y otras más independientes y profesionales)  acaba de incluir en su “libro de estilo” advertir a la audiencia de las comparecencias de personajes públicos en que no se haya permitido hacer preguntas a los periodistas, así como de los actos públicos a los que no hayan podido acceder la cámaras y las imágenes hayan sido suministradas por los propios partidos para que salga el perfil “guapo” de la candidata o del candidato.

Por una vez, Radiotelevisión Española ha abierto un frente profesional al que todos los demás medios nos deberíamos apuntar.  Es un asunto de libertad de expresión, y también de sentido común. Cuando Arias Navarro, en la madrugada del 25 de noviembre de 1975, comparece, con lágrimas de cocodrilo o con una pena respetable, ante la televisión para decir que “Españoles: Franco ha muerto”, no proceden las preguntas, y a nadie se le ocurre preguntarle si falleció de tal o cual enfermedad, o si lo dejó todo “atado y bien atado”. Pero cuando un presidente de Gobierno o un ministro se sitúan ante el atril en una sala de prensa, las preguntas son tan inevitables como obligatorias.  Mas, dado que la transparencia no es la práctica predilecta de nuestros gobernantes, a veces, por aquello de que el Pisuerga pasa por Valladolid, se aprovecha una rueda de prensa conjunta entre el presidente de Afganistán y el presidente Zapatero para preguntarle a éste: “¿Cuánto subirán los impuestos para los ricos en Andalucía y en Extremadura?”.  Ambos mandatarios se miran sorprendidos, como pidiéndose disculpas, y les apetecería responder aquello de Francisco Umbral a Mercedes Milá: “Señorita, yo he venido aquí a hablar de mi libro”. Porque los políticos no quieren preguntas: sólo quieren hablar de su libro. Aunque, todo hay que decirlo, hay excepciones de riesgo y lucidez que aquí, en “Protagonistas”, les agradecemos a tantos y tantos políticos que acuden a nuestros estudios: cuando no hay  una puñalada trapera o una pregunta impertinente, siempre hay lugar para una respuesta inteligente.

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