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Portugal fulminó a los norcoreanos

Chile le dio 'chocolate' a Suiza y ganó sobre la hora

Chile le dio "chocolate" a Suiza y ganó sobre la hora

lunes 21 de junio de 2010, 19:38h
Chile dormirá este lunes como líder del Grupo H tras acabar por fin (1-0) con la imbatibilidad de Suiza, la selección que más minutos ha permanecido sin encajar un gol (559) en la historia de los Mundiales. Portugal goleó 7-0 a Corea del Norte, con una segunda parte de gran fútbol y en la que Cristiano Ronaldo rompió su "pesadilla" goleadora de 16 meses.
A la selección chilena le costó, eso sí, tres cuartos de partido perforar la portería de Benaglio, ante una Suiza que jugó una hora con un hombres menos y que fue incapaz de disparar entre los tres palos de la portería defendida por Bravo.

Hasta la expulsión de Behrami -por una agresión a Vidal a la media hora de juego- Suiza había controlado bastante bien a Chile, que sólo había inquietado a Benaglio en un doble remate desde fuera del área de Carmona y Vidal que obligó a lucirse, por dos veces, al portero helvético.

Lejos de cobijarse atrás esperando una contra como hizo frente a España, el equipo que dirige Otmmar Hitzfeld se enfrentó a la supremacía chilena en la posesión del esférico yendo a buscar el partido más arriba, empujando desde el centro del campo, presionando la salida de balón del rival.

Así frenó el ímpetu del combinado sudamericano, pero su fútbol tosco no le alcanzó para poner en apuros la meta defendida por Bravo. Con un Frei renqueante -pareció resentirse de su lesión y fue el sacrificado tras la expulsión de Behrami para dar entrada a Barnetta- y un N'Kufo muy solo arriba, Suiza no inquietó a su oponente en toda la primera mitad.

Menos aún cuando se quedó con diez. A partir de entonces, renunció definitivamente al ataque y fue una Suiza mucho más parecida a la que se enfrentó a la selección española. Sin embargo, en esta ocasión, los jugadores chilenos, que no se perdieron detalle de la inesperada derrota de los hombres de Vicente del Bosque, venían con la lección bien aprendida.

La que dice que a un equipo como el suizo, disciplinado, rápido en el repliegue y muy ordenado atrás, se le debe atacar moviendo el balón a una enorme velocidad, acelerando la transición defensa-ataque y utilizando las bandas.

Así acabó Chile el primer tiempo: imprimiendo una velocidad endiablada a su fútbol y volcada con Alexis Sánchez y Beausejour por las alas. Y más ofensivo empezó aún el segundo periodo, porque Marcelo Bielsa sentó en el descanso a un lateral, Vidal, para dar entrada a otro extremo, Mark González, y también puso a Valdivia por Suazo, falto de ritmo tras estar las últimas tres semanas de baja.

Chile puso cerco a la portería de Benaglio. Un asedio que empezó con un gol anulado a Alexis Sánchez por fuera de juego posicional, un mano a mano del propio Sánchez que no supo resolver con acierto y un cabezazo de Mark González a la salida de un córner que se marchó fuera por poco.

Sin embargo, pasaban los minutos y el conjunto chileno no daba con la fórmula para perforar la portería contraria. Suiza, en cambio, cada vez se encontraba más cómoda, más en su papel de equipo al que le encanta practicar ese fútbol de desgaste que tanto desespera a sus rivales.

Hitzfeld sentó a N'Kufo y dio entrada al joven Derdiyok, un punta de refresco, uno de esos 'cazabalones' al espacio que pueden anotar en una contra inesperada.

Pero esa contra no llegó y Chile encontró el premio a sus insistencia a un cuarto de hora para el final. Valdivia dibujó un pase entre líneas para Paredes, que recogió en posición dudosa y centró desde la línea de fondo para que Mark González cabeceara a gol en el segundo palo.

El propio Paredes, que había entrado hacía pocos minutos sustituyendo a Matías Fernández, tuvo dos contragolpes clarísimos para sentenciar en la recta final del choque, pero en ninguno estuvo acertado en el remate.

Igual que Derdiyok, que tuvo en el último minuto el gol del empate en sus botas en la única jugada elaborada de Suiza durante todo el partido, pero su remate desde el punto de penalti, con Bravo prácticamente batido, salió rozando el poste.

La verdadera "furia" portuguesa

No fue la noche épica de Inglaterra 1966 en la que el histórico Eusebio dio la vuelta a un 0-3 a favor de Corea del Norte con cuatro tantos (5-3) y dio a Portugal el pase a las semifinales del Mundial, pero bien puede significar el pase a octavos de final, y con opciones de ser primero del Grupo G si gana a Brasil el próximo día 25.

Portugal salió convencido, con la certeza de que la victoria era obligatoria, y le dio un ritmo a la pelota de la que careció en la primera jornada ante Costa de Marfil.

Tras el mal partido ante los africanos, el seleccionador, Carlos Queiroz, cambió a tres jugadores del once titular y apostó por el valencianista Miguel en vez de Paulo Ferreira, el atlético Simao por Danny y Hugo Almeida en el lugar de Liedson, mientras que Tiago ocupó el puesto del lesionado Deco.

La apuesta no le pudo salir mejor a Queiroz: Simao marcó el segundo, Hugo Almeida el tercero y Tiago dio la asistencia del primero y marcó el cuarto y el séptimo.

Portugal optó por salir a ganar el "todo o nada", como lo definió Queiroz, pero los norcoreanos no querían ser meras comparsas y se desplegaron mucho más abiertos en el campo que días antes contra Brasil, lo que facilitó el trabajo al combinado luso.

Corea del Norte cambió su enfoque ofensivo, pero para su desgracia mostró nuevamente sus problemas en los balones interiores y, en el minuto 29, Tiago hizo de Deco, vio un pasillo en la defensa y puso un balón para que un desmarcado Raúl Meireles abriese la cuenta lusa en este Mundial.

Portugal llegó de la misma forma al segundo y tercer tanto, mientras que en el cuarto Cristiano Ronaldo se escapó por la izquierda y pasó para que Tiago colocase el cuarto en las redes.

Queiroz no se conformaba con esta goleada, desde la banda pedía más a sus jugadores y en sus cambios apostó nuevamente por el ataque y volvió a ganar: Liedson marcó el quinto cuatro minutos después de saltar al campo.

Ronaldo, más tranquilo y despreocupado con su sequía goleadora, se dedicó a dar fantásticos pases a sus compañeros, que no siempre supieron aprovechar la ventaja de contar con uno de los mejores jugadores del mundo para ampliar la ventaja a un mayor ridículo norcoreano.

Pero un jugador de su clase tiene sus momentos de genialidad y cerca estuvo de romper su "pesadilla" goleadora con su segundo disparo a la madera en este Mundial. Un cuarto de hora después se plantó delante del portero rival y puso el sexto en el marcador.

Siete goles que suponen el mayor triunfo portugués en un Mundial y una garantía de clasificación a octavos y con un fútbol que debe asustar a cualquiera de las selecciones favoritas
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