El “escándalo” Ecclestone

Los ricos pueden permitirse el lujo de decir lo que piensan y hasta de ser bordes, actitud ésta que nos está vedada a los demás mortales. Algunos, incluso, hacen ostentación de su riqueza, como sir Philip Green, que gastó recientemente 9 millones de euros en celebrar su 55 cumpleaños.

Su paisano Bernie Ecclestone, en cambio, tiene fama de agarrado. Pero a lenguaraz no le gana nadie. Con 77 años y un triple bypass coronario, sigue propiciando polémicas, enfrentamientos y coqueteos políticos, como el que protagonizó en 1997 con el partido de Tony Blair.
 
Ahora ha sido su acuerdo con el presidente valenciano, Paco Camps, para llevar la Fórmula 1 a un circuito urbano en la ciudad del Turia. “Sólo en el caso de que sigan Camps y Rita Barberá”, ha añadido, para cabreo insigne del socialista Joan Ignasi Pla.

Ya ven que en este tema aún no se ha movido un duro. No es lo mismo que el viaje del francés Sarkozy en el yate del multimillonario Vincent Bolloré, que más allá del detalle simbólico ha costado un pastón: como le costó en imagen pública a Felipe González, en su día, haber utilizado el Azor del general Franco.

Aquí, el reproche lo es por la utilización electoral del tema. Pues claro que este asunto es político, como todo en esta vida, que decía el humorista francés Wolinsky. También resulta política la utilización de la Copa América, como evidencian las constantes broncas entre Rita Barberá y el ministro Jordi Sevilla, y hasta esa novedosa y creciente cultura en motores de gran cilindrada por culpa de los éxitos deportivos de Fernando Alonso.

Pero lo de Ecclestone, como buen empresario, sólo es la pasta. ¿Y cómo la va a dejar en manos de quienes han renegado públicamente de su circuito urbano? El portavoz municipal del PSOE en Valencia, Rafa Rubio, calificó la idea de “indecorosa”, teniendo tan cerca el circuito de Cheste, y el propio candidato autonómico, Pla, arguyó que mejor invertir ese dinero en el Metro, ya que la Fórmula 1 “se puede ver por televisión”.

O sea, que son aquellos polvos los que trajeron estos lodos. ¿Dónde radica, pues, el escándalo? ¿Se produciría la misma escandalera contra el presidente Rodríguez Zapatero, un suponer, si gana la Copa América el barco Desafío Español y se decidiese entonces llevar la próxima competición de regatas a Barcelona en vez de Valencia?

Seguro que sí. Pero serían otros, en esa hipótesis quienes se rasgasen las vestiduras. Y es que, como dice el refrán, cada uno habla de la feria según le va en ella.