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Reinventar la izquierda

Reinventar la izquierda

domingo 27 de junio de 2010, 12:27h
Zapatero se reinventa cada día, incluso contra su propia esencia, sea cual sea, y lo hará hasta el infinito. ¿Representa lo que es hoy el socialismo? El silencio interno, el de los antiguos barones hoy amortizados, el de los ex presidentes, el de los referentes históricos avala que esto es lo que hay. O que todos temen enfrentarse con el desierto del día después. En Italia, Francia, Alemania o Inglaterra la izquierda no encuentra su sitio y los ciudadanos prefieren a la derecha para tratar de salir de la crisis.

    En España, de momento y casi como siempre, vamos o en la dirección contraria o con retraso. Pero la izquierda española desnortada, perdida y sin rumbo, se niega a hacer examen de conciencia  y no tiene propósito de enmienda. Peor aún, la que ostenta el poder juega a rectificar pero se le nota demasiado que no quiere hacerlo y eso nos puede llevar a una crisis aún más profunda. La otra izquierda, la minoritaria, la heredera del PCE, una doctrina amortizada en el mundo libre, pretende una refundación para buscar “un apoyo social masivo”. ¿Se puede estar más lejos de la realidad? En la última asamblea de IU, se ha denunciado “el ataque inmisericorde y obsceno” contra los sindicatos. ¿Y saben a quién acusan? A la derecha y, de refilón, al Gobierno. No hay peor ciego que el que no quiere ver.   

Esta carencia de autocrítica de la izquierda, este apego a viejas políticas decimonónicas, a principios trasnochados, a un sindicalismo viejo que debería cambiar sustancialmente sus anticuadas estructuras, es mala para España y para los españoles. Son males envejecidos que España padece. Pero no es exclusiva de la izquierda, porque la derecha ejerce también una vieja política muchas veces de espaldas a los ciudadanos. Decía Ortega que para la nueva política “debería ser casi lo menos importante la captación del gobierno de España y ser, en cambio, lo único importante el aumento y el fomento de la vitalidad de España”. Ortega diferenciaba entre “la España oficial” y “la España vital”. Muchas décadas después, la España oficial es cada vez más fuerte y la España vital, la única que puede sacar al país de la crisis, crear empleo, ser emprendedora, innovadora, impulsora de la modernidad, está ahogada por el poder político o sindical. Benedicto XVI ha dicho a los sacerdotes que “se necesitan hombres de oración y servicio, no de éxito o poder”. Lo mismo podríamos decir a los políticos o a los jueces, a los “servidores públicos”.

    Pero tampoco los partidos escapan a esa realidad. El “aparato” lo controla todo y los militantes sólo son una excusa. Eso explica el silencio de los socialistas de a pie sobre la equivocada y errática política del Gobierno o la lucha por el puesto de secretaria de Organización del PSOE –otra clave de este momento- para descabalgar a Leire Pajín. El control del partido es más importante que el Gobierno. Necesitamos que la izquierda se reinvente. Nos merecemos una izquierda moderna y eficaz.

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