Im-presentables del lunes, 28 de junio 2010

Como siempre ocurre en estos acontecimientos 'planetarios', las miserias domésticas prevalecen sobre la situación mundial, haciendo baldíos los esfuerzos realizados por cada país para que funcionen los controles en una economía cada vez más globalizada.La cumbre de los países más ricos celebrada en Toronto debía servir para fijar una actuación común sobre un nuevo impuesto preventivo a los bancos, para evitar desmanes como los originarios de la crisis financiera. La proximidad del G-20 sólo ha llevado a EEUU a acelerar la mayor reforma de su sistema de supervisión financiera desde la Gran Depresión, y al Reino Unido a imponer un impuesto a los bancos. Actuaciones en solitario que los dos países con economías más financieras han efectuado cuando les ha convenido, y que no han sido ratificadas y aplicadas por el resto de países en el marco del encuentro de Toronto.

Y en materia de comercio, la cosa ha sido aún peor. El G-8, por ejemplo, ha dado por liquidada la Ronda de Doha de la OMC, y ha abierto formalmente la puerta a acuerdos de liberalización comercial bilaterales o regionales. Eso amenaza el actual sistema de comercio mundial, ya gravemente ‘tocado’ por la crisis y por el mercantilismo de Alemania y China, que amenaza con provocar una oleada de proteccionismo en el gran comprador de la economía mundial,Estados Unidos.

¿Y en materia de equilibrio fiscal, con todas las economías elaborando a toda prisa sus planes de ajustes presupuestarios? La reunión se ha saldado con un G-20 que va a permitir que cada país siga la política fiscal que quiera, siempre que ésta empiece a ser restrictiva a partir de 2011. En fin, otra ocasión perdida.

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