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Paso en falso

Paso en falso

jueves 01 de julio de 2010, 13:13h
   Si los sindicatos querían convertir la huelga del Metro de Madrid en un aviso de navegantes de lo que ocurrirá en otoño han dado un paso en falso. No se puede, de la noche a la mañana, "reventar" una ciudad y dejar sin transporte a los ciudadanos. Los madrileños, vapuleados por la crisis, el paro, los recortes salariales en las empresas privadas contemplan con distancia las reivindicaciones de unos trabajadores del suburbano que en un 95 por ciento tienen contrato indefinido y unas retribuciones por encima del salario medio.

   Por eso, el incumplimiento de los servicios mínimos ha suscitado un rechazo social generalizado que ha hecho reaccionar rápidamente a las direcciones de CC.OO. y UGT y tomar cartas en el asunto. Han sido gestiones "desde arriba" las que han llevado al comité de huelga de Metro a suavizar su postura maximalista, porque los sindicatos mayoritarios temían perder la batalla de la opinión pública. Es lo que les falta tras el fracaso de la huelga de funcionarios.

   Si lo que quieren es calentar el ambiente ante la convocatoria de una huelga general, tan dilatada en el tiempo, lo que no puede hacerse es perjudicar gravemente a la sufrida ciudadanía que ha visto como más de dos millones de personas han perdido su puesto de trabajo, sin que nadie alzara la voz, parando un transporte público de uso masivo.

   Otro aspecto diferente del conflicto, del que han salido perjudicados los de siempre, es la habilidad de la presidenta de la Comunidad de Madrid para tirar balones fuera. Así, se ha escudado en que la decisión de bajar el sueldo a los trabajadores del Metro no era suya, sino que la había tomado siguiendo la directriz marcada por Zapatero al fijar un recorte del 5 por ciento para los empleados públicos.

   La "lideresa," como le gusta ser conocida a Esperanza Aguirre, renuncia al liderazgo, e incluso a las propias prerrogativas del cargo que ocupa, cuando las decisiones que toma provocan un conflicto. El Gobierno ha bajado el sueldo a los funcionarios, pero no lo ha hecho a los trabajadores de las empresas públicas, salvo a los controladores aéreos, por eso RENFE no se sumó a la huelga del mes pasado.

   Por tanto, más le vale a la presidenta madrileña no ampararse en decisiones ajenas y, aprovechando la tregua táctica de los sindicatos, negociar hasta el lunes para que los madrileños no paguen los platos rotos de una huelga sin servicios mínimos.
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