Una contundente alemania apabulló las ilusiones argentinas

Pero para que esto pasara hubo un partido. Un partido en el que todo lo que se había planeado durante la última semana se fue al diablo en los primeros tres minutos. Otamendi ingresó dormido y, quien había sido nombrado como figura en las otras presentaciones, cometió una falta, y de ese tiro libre perdió la marca de Muller quien sorprendió al hasta ese momento seguro Romero y desarmó cualquier planteo previo previsto.
 Al joven defensor de Velez parecieron pesarle esos primeros minutos fatales, ya que además de equivocarse en el gol, siguió con esa presión que no había tenido en otros encuentros, mostrándose a destiempo y cometiendo una infracción que le valió la primera amarilla del juego.

Esa desatención agrandó a los alemanes y desconcentró a los argentinos, viéndose los peores treinta minutos del mundial, con una Alemania copando la mitad de la cancha, aunque con una sola situación clara que Klose desperdició increíblemente.

A partir de los treinta el juego se equilibró. Messi -muy bien marcado por cierto- empezó a pedir la pelota y los demás se sumaron viendo que llegar al empate no era para nada improbable. El técnico definió ubicar a Di María por derecha pasando Maxi a la izquierda, en un cambio que por momentos desconcertó a la férrea defensa alemana. Los últimos instantes del primer tiempo la presión argentina no dejaba jugar a los alemanes y quizás el empate no hubiese estado mal por lo visto en la primera parte.

Para la segunda mitad,  se esperaba la salida de Otamendi, pero Maradona decidió respaldar a los mismos once y los jugadores parecieron darle la razón. Quizás sin una idea de juego clara, pero si con muchas ganas y nuevamente presionando la salida alemana el equipo siguió intentando en búsqueda del empate, aunque siempre le faltaba la puntada final para dejar algún delantero mano a mano con el arquero alemán. La más clara fue un disparo de Di María desde fuera del área que se fue al lado del palo, y, cuando Maradona se decidió a darle más juego al equipo con el ingreso de Pastore, mientras le daba indicaciones al jugador del Palermo, llegó el segundo gol alemán.
Eso pareció derrumbar toda ilusión Argentina y a pesar de la frescura que le aportó Pastore al juego del equipo, quedaba claro que si no se descontaba rápidamente Alemania iba a aprovechar la desesperación argentina por descontar.
Y así ocurrió, con el agravante que mientras Diego le estaba dando indicaciones al Kun Agüero para tratar de descontar, llegó el tercer gol alemán y la debacle argentina. Esta vez no fue de contra, sino tras un tiro de esquina, donde Schweinsteiger aprovechó todas las facilidades que otorgaba la defensa a esa altura para desbordar y dejar servido el tercer gol.
Ya estaba todo dicho, y solo quedaba esperar el final. Cada jugador argentino intentaba mediante una jugada individual para descontar, pero sin jugar en equipo, y totalmente resignados ante una goleada que ni siquiera esperaba el mayor fan alemán.
El cuarto gol fue el mazazo definitivo que declaró la despedida argentina del mundial en un resultado que demostró la contundencia alemana y que Argentina murió “con la nuestra” dejando todo en la cancha y con nada para reprochar

Seguramente de acá en más todos los que esperaban esta derrota van a salir a criticar, pero, los que hasta este partido habíamos elogiado esta manera de jugar, no debemos caer en este mal resultado para tirar por la borda un  buen mundial.