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De Zarra al Guaje Villa

De Zarra al Guaje Villa

domingo 04 de julio de 2010, 11:26h
Un imprevisto, de cuyo nombre no debo acordarme, me obliga a ponerme las pilas para salir,  en la mañana del domingo,  de Madrid rumbo a las Cinco Villas de la provincia de Ávila, que es, como decir, entre ida y vuelta, 400 kilómetros. ¿Son muchos kilómetros, son pocos kilómetros para hacerlos en el día,  o tenemos ya que medir las distancias en metros, en lugar de en kilómetros, porque España acaba de ganar por 0-1 a Paraguay y la selección nacional de fútbol está, por primera vez, en un Mundial en semifinales? Si no estuviéramos en vísperas de San Fermín y, por tanto, con la prohibición absoluta de hablar de desgracias, ahora podría convencer hasta a los camboyanos  de lo durísimo que ha sido ser hincha de nuestra selección de fútbol, que, en el Mundial de  1950, nos dio la sublime alegría de derrotar a Inglaterra por 1-0 – o por 0-1, hasta ahí no llega mi información - con el inolvidable gol de Zarra.

Ese fue el primer Mundial de mi vida y debo decir que, tras la victoria frente a Inglaterra, el gólgota de la derrota de España  frente a  Brasil por 6-1, que seguí minuto a minuto por radio, en aquel Mundial de 1950, fue un golpe durísimo del que quizá todavía no me he repuesto. Y la mejor prueba es que me he alegrado muchísimo de la reciente eliminación de Brasil, un equipo que, después de aquel 6-1 que le asestó a España, me sigue pareciendo invencible hasta cuando no participa en un torneo. No he descartado todavía que este Mundial lo gane Brasil tras su derrota frente a Holanda.  En aquel  Mundial de 1950 participaron 13 selecciones. Se jugaba por un sistema distinto al actual - pasaba la primera selección de los cuatro grupos – y esos cuatro primeros equipos  jugaban una liguilla entre ellos. España quedó como cuarta selección del Mundial, que es un equivalente de jugar hoy las semifinales y quedarse en el cuarto puesto. Tampoco hay que olvidar que ahora juegan 32 selecciones y, por tanto, ahora tiene más mérito quedarse en el cuarto puesto que cuando jugaban 13 selecciones.

Pero tampoco hay que ser injusto y mucho menos ignorante, como algún que otro cronista deportivo que, antes de la victoria de España en la Eurocopa de 2008, decía que la Selección nunca había ganado nada importante. ¡Qué vergüenza me daban esos cronistas que no tenían ni la menor noción de historia! Y cuando aquí digo historia hay que entender  que hablo de historia futbolística y no de historia política porque no soy tan sádico como para exigirle a un cronista deportivo alguna noción sobre el descubrimiento de América o  alguna  idea sobre la desamortización de Mendizábal en el siglo XIX. 

Como digo, algunos cronistas deportivos decían que la selección nacional de fútbol nunca había ganado nada importante – y era verdad que su participación en los mundiales había sido una interminable acumulación de frustraciones -, pero, hombre, pero, mujer, pero, animal, pero, cosa, España había ganado en 1964 su primera Eurocopa, y nada menos que frente a la Unión Soviética, , que era la gran enemiga del régimen franquista. No hay que descartar que todavía hoy Francisco Franco sueñe en su tumba de Cuelgamuros con aquel  gol de Marcelino, aquel 2-1que nos dio nuestra primera Eurocopa y nos dejó también el recuerdo imborrable del jerséi y pantalón negros del portero ruso Yashsin, la Araña negra, considerado entonces como el mejor portero del mundo.  Yo aquel partido lo vi en el bar Noé – un nombre realmente bien elegido para el bar ya que, en la Biblia,  Noé le da mucho al jarro  – de la calle Comedias de Pamplona.

¿Y qué decir del Paraguay-España? Hay que reconocer por fin que España es un auténtico aspirante a ganar el Mundial. España jugó mal frente a Paraguay y ganó. España ha pasado, por primera vez, a unas auténticas semifinales. ¿Se puede dar mejor noticia? No, no puede darse. ¿Y no habría sido mejor noticia que hubiera jugado bien y que hubiera ganado el partido? En este caso, no. Frente a tantos partidos, durante tantas décadas,  que, como dice el chiste, España jugó como nunca y perdió como siempre, por fin España ni siquiera necesitó jugar bien para ganar. Ganó porque ya es una selección ganadora y se impone a su rival hasta el día que no le salen bien las cosas. España tiene 23  magníficos jugadores. Cuenta con tres porteros de primerísimo nivel. Y juegan los tres porteros simultáneamente aunque dos – Pepe Reina y Víctor Valdés – estén en el banquillo. Casillas ha dicho que le paró el penalti a Paraguay porque Pepe Reina le dijo por dónde lo tiraba el jugador paraguayo. Y, además, tenemos a Villa, hasta la fecha, el máximo goleador del Mundial que es una auténtica máquina de meter goles.

Tras la victoria frente a Paraguay, no midamos ya las distancias en kilómetros. Por haber llegado a semifinales en un Mundial, nos merecemos medir las distancias con unos parámetros nuevos. Es la hora de decir adiós para siempre al sistema métrico decimal. ¡Por los clavos de las botas de Viriato, por fin España conquista unas semifinales y no se siente inferior ni a Alemania, ni a Holanda, ni a Uruguay, que también aspiran a ganar el Mundial!


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