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Ahora, no es política, ¿verdad?

Ahora, no es política, ¿verdad?

miércoles 14 de julio de 2010, 14:07h

No quiero ni pensar en las opiniones que se hubieran vertido desde el trogloditismo de mentalidad única si hoy la campeona del mundo fuera ese chocolate del loro -una maniobra políticamente inteligente sería permitir esta opción, en principio desactivadora de la verdadera esencia que la reivindica- que sería una selección catalana enmarcada en un país aun inscrito en España. El terremoto -mediático, sobre todo- sería brutal y se invocaría desde Franco hasta don Pelayo porque de "esos vientos vienen estos lodos" y, a partir de aquí -dirían algunos-, se habría dado carta blanca a subir el listón de las reivindicaciones catalanistas.

Claro, si la campeona del mundo es Cataluña, el peligro son las connotaciones políticas; cuando gana España, no. Vaya, que los que renegaban de la estrategia de Joan Laporta son los primeros que se apuntan a ella cuando les conviene. Porque están actuando de la misma forma. Veamos: la tesis de Laporta -que todos conocemos, y que a mi me refrendó personalmente un miembro de su primera junta- era: "nosotros no hacemos política, entendida como afección partidista, sino que hacemos país, que no es lo mismo". ¡Falacia!. Hacer país es también -y tengo para mi que básicamente- hacer política, porque los países son resultado de ésta. Y, por favor, no nos apuntemos a que el Barça no es equiparable a Cataluña: tal vez no lo sea jurídicamente; pero sí lo es por convención popular, toda vez que Cataluña no tiene selección, y lo es dado su historial de compromiso nacional con el país. Así que permítaseme, por favor, la comparación.

Pero, claro, el Mundial lo ha ganado España y ahora todos se abonan -aunque, hipócritamente, lo nieguen- a que el fútbol sea política, porque les conviene. Y, además, peor aún, partidista. Desde Zapatero, que hoy espera que el triunfo le sirva un respiro en el Debate sobre el Estado de la Nación, hasta los que -como sus más directos contrarios o grupúsculos insignificantes, aunque incrustados en las altas instituciones españolas o catalanas- reivindican el espíritu de "la Roja" para hablar de unidades y, de paso, intentar convencer de que en Barcelona salió más gente a festejar el triunfo de la selección española que para manifestarse contra la sentencia castradora del TC. Por cierto, ¿nadie encargará a los 'Lynces' un estado de la cuestión del número de personas que salieron a la calle -no ya en Barcelona, sino en Madrid- para festejar el triunfo de 'la Roja'?. Uno siempre cateaba en 'mates' -todo sea dicho, con un magnífico profesor que se apellidaba Villar pero que nunca pegó a Cruyff- pero si 1.500.000 se rebajan a 62.000, los 75.000 'rojos' de Cataluña...

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