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Un ex falangista del PP nos dice que el euskera no lo quieren en Madrid

Un ex falangista del PP nos dice que el euskera no lo quieren en Madrid

viernes 30 de julio de 2010, 10:25h
España no reconoce a Kosovo. Y no es por sutileza jurídica.  Lo han dicho de forma meridiana: “no hay que dar alas a Catalunya y a Euzkadi”.  Un Tribunal, el Constitucional, dicta sentencia contra el Estatut catalán.  La ciudadanía catalana responde con una inmensa manifestación tras una pancarta: “Catalunya es una Nación. Tenemos derecho a decidir”. La BBK en buena lid, logra hacerse con el control de Caja Sur.  A algunos andaluces no les gusta nada la operación.  “Vienen los vascos”.  España tiene éxitos deportivos mundiales: Sudáfrica, Nadal, Contador.  Un gran mérito.  Pero la educación, ante el reto de la  globalización, sigue siendo un desastre.  No importa.  Lo que vale es el pan y el circo.

El rey se dirige al apóstol Santiago y pide unidad.  Lo dice en Galicia y lo dice en castellano.  Más de 90.000 documentos filtrados en una web norteamericana de investigación documentan muertes de civiles a manos de la OTAN, existencia de unidades especiales  para llevar a cabo “ejecuciones extrajudiciales” de dirigentes de la guerrilla dejando en evidencia el desastre de la guerra afgana.  Sin embargo, ese día y aquí, la gran noticia es que la esposa y una hija del presidente Obama pasarán una semana en un lujosísimo hotel de la Costa del Sol y que irán a visitar a los reyes…

¡Qué quieren que les diga!. “Paren este mundo, que me quiero bajar” decía una pintada de mayo de 1968.  Pues eso.

Y es que no saben qué hacer.  Unos resucitan el debate de una España federal, sin saber en realidad de lo que hablan y otros de cambio en la ley electoral para evitar el peso político de las llamadas minorías.  Y, a esto, se le suma la intervención de un Rajoy que promete una apuesta por el sentido nacional, si, el de siempre, el de la España Una.

Lo vimos el miércoles 21 en un debate terrible en el Senado.  Cuarenta y tres senadores habíamos propuesto la posibilidad de utilizar en el pleno, las tres lenguas cooficiales.  De hecho se usan ya en la Comisión de las Comunidades Autónomas, habida cuenta que el Senado es, teóricamente, Cámara de representación territorial y que la Constitución dice en su artículo tercero: “La riqueza de las distintas modalidades lingüísticas de España es un patrimonio cultural que será objeto de especial respeto y protección”.

El PSOE, ante la virulencia del PP, reculó y nos presentó una enmienda para que solo se pudieran usar el catalán, el gallego y el euskera, además del castellano, en las mociones. Y, nosotros, entre eso y nada, a 32 años de aprobada la Constitución, aceptamos la enmienda.

El PP eligió al menos adecuado de los senadores de su Grupo para defender su enmienda.  Juan Van Halen, un antiguo falangista con obra hagiográfica y ditirámbica hacia la dictadura, una satrapía que quitó hasta los nombres en euskera de los cementerios y persiguió hasta el agur!  ¿A qué viene hablar de la España plural y utilizar el más rancio de los argumentos a cuenta de que todos sabemos castellano?.  ¿No sabe inglés Moratinos y sin embargo reivindica el castellano en Bruselas como un maltés o un letón su idioma comunitario?  “Es que esos son idiomas oficiales y sin embargo los vuestros son solo cooficiales en vuestro territorio”. ¿Y dónde queda lo del respeto y la especial protección?

A mí, el senador ex falangista me retó a intervenir en euskera.  Lo haré.  Se me amenazó con sacar a Sabino Arana, un señor que falleció en 1903 y contestaba barbaridades, a las barbaridades que contra el agónico euskera y lo vasco decían sus detractores, no figurando nunca los ataques sino las respuestas.  Se nos dijo que el sistema es caro.  La democracia también lo es.  Barata en costo deber ser la dictadura o los gastos del ejército que siguen comprando tanques para ser almacenados. Pero ¿por qué no se hace un convenio con los tres Parlamentos en liza? 

Pero no solo eran los argumentos de un antiguo miembro de aquel régimen oprobioso perseguidor del catalán, euskera y gallego quien así argumentaba.  Su buen decir era aplaudido y jaleado por los suyos en una orgía preconstitucional de la España una y castellana, con mis respetos hacia una Castilla preterida, no necesitaba de gente excluyente y separadora en adalid de falsa defensa.  Por cierto.  El debate en Radio Euzkadi, en su tertulia del jueves, lamentable.

Reconozco que salimos de aquel pleno, que ganamos por dos votos, con el alma en los pies.  Estamos ante una derecha agresiva que no ha aprendido nada, ni ha olvidado nada y que prefiere a los nacionalismos que despectivamente llaman periféricos “fuera escupiendo dentro, que dentro escupiendo fuera”, una derecha que ve cercana mayoría absoluta y saca lo peor de su ideología. Una derecha impresentable que con semejante historia de persecución y exclusión a sus espaldas se atreve a ridiculizar una iniciativa porque debe ser algo inadmisible que en el ombligo de España un ministro, un senador, un presidente pueda ponerse un pinganillo porque lo consideran toda una afrenta al sepulcro del Cid.  Están como para ir a Bélgica.  Y luego se quejan del aumento del independentismo. Y de la abolición en Catalunya de las corridas de toros.


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