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Toros y política

Toros y política

viernes 30 de julio de 2010, 13:50h
Se equivoca el Partido Popular al disponerse a contraatacar con dureza  la decisión del Parlament catalán de prohibir las corridas de toros en Cataluña. Es una decisión discutible e inoportuna, pero legítima y legal.

El propio president Montilla ha declarado que votó en contra de esta prohibición. Algunos, quizás,  lo relacionarán con su origen andaluz, pero no es esto; Montilla no es muy partidario de las prohibiciones. Por su parte, el gran escritor y poeta catalán, Pere Gimferrer, en relación a las corridas de toros y la iniciativa antitaurina, ha manifestado que "es una fiesta catalana y prohibirla será una agresión a la tradición". Pues bien, esta “agresión” ya se ha producido.

Y contra lo que alegan simples motivos a favor de los animales, resulta que los votos contra los toros han provenido precisamente de los sectores más nacionalistas, que, erróneamente, han llevado el tema al terreno político y a la cuestión identitaria. Es decir, se trataba de echar un pulso a España, en contra de la tesis de Gimferrer del carácter tradicional catalán de los toros. La ignorancia es muy ciega y osada.

Como  anécdota, diré que de niño me contaban que un tio mío construyó la plaza de toros de Vic, a la que nunca fui. Después sólo ha asistido por curiosidad a dos corridas en mi vida. No me gustan los toros, pero comprendo el magnetismo y la estética de una corrida vivida directamente, no por la tele. Esto explica la afición de ilustres literatos y artistas catalanes y universales. No me gustan, pero me parece una tontería prohibirlas. Nuestros políticos hacen muchas tonterías.

Claro que politizar, por ignorancia, esta cuestión ya no es una tontería, sino una maldad política. El líder independentista Uriel Bertran ha afirmado sin tapujos: 'en el Parlament España ha perdido una batalla contra Catalunya'; 'no será la primera batalla que España perderá en Catalunya', ha pronosticado. Pero si ahora el PP contraataca de forma radicalizada en el mismo terreno político, sólo conseguirá, contra sus propios intereses en Cataluña, echar más leña al fuego. Seguirá elevando a categoría lo que debiera ser una anécdota, más o menos molesta u ofensiva para muchos ciudadanos; sobre todo para quienes les repugnan las prohibiciones.

Los nacionalistas radicales, catalanistas o centralistas, suelen coincidir en exagerar las cosas. En sacarlas de su contexto natural y razonable, para alimentar el circo político en que, principalmente con Zapatero, se ha convertido nuestro país. Hacen falta más mentes y voces sensatas. Al toro lo que es del toro y a la política lo que es de la política. Por este camino vamos francamente muy mal.

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