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La bronca permanente

La bronca permanente

viernes 13 de agosto de 2010, 10:30h
Siempre me ha parecido de una indelicadeza innecesaria y poco inteligente ver a ministros, consejeros o diputados inaugurar iniciativas que han diseñado e iniciado sus predecesores que no son tenidos jamás en cuenta y en esa sublimación de la tosquedad ni tan siquiera invitados a la inauguración de la carretera, el muelle, la circunvalación, el museo, la casa cural, el chiringuito, la feria, la remodelación, o el centro de día. Dejan mucho que desear en lo humano.

O como por ejemplo, verle al Consejero Arriola echar cohetes porque el tramo gipuzkoano de la Y va cumpliendo sus plazos. Pues si, a pesar que jamás diga que es así gracias a que el PNV apoyó los presupuestos de Zapatero del 2009 detrayendo del cupo la cantidad para que éste adelanto los pudiera llevar a cabo. Pero éste señor es de siempre un hombre tosco, no adornado precisamente por la elegancia en sus intervenciones.

Lo acaba de demostrar forzando la marcha de Juan Cruz Nieves del Consorcio de Transportes de Bizkaia, montando la operación el ex concejal donostiarra Ernesto Gasco que ha puesto a dedo a otro donostiarra Iñaki Prego, al frente de una entidad bizkaina. Imagínense si algo así hubiera hecho el PNV en San Sebastián o en Vitoria.

Si el actual gobierno dedicase la misma energía, la misma preocupación, el mismo interés, el mismo esfuerzo, el mismo ingenio que a diario emplea en cazar peleas, en buscar camorra, en agredir a los demás, en hacer obra útil, en laborar por el país, tendríamos, definitivamente, un gran gobierno. De ello no hay la menor duda.

También me llamó la atención y me sorprendió la dureza con la que el PSE negoció la Mesa del Parlamento Vasco hace un año. Habiendo ganado de calle el PNV las elecciones y tras haber negado López en campaña un posible pacto con el PP, no solo lo firmó sino que llegó a Ajuria Enea por la suma de los votos con el PP en un Parlamento en el que además una fuerza parlamentaria había sido suprimida de un brochazo. Ante ese panorama se imponía una cierta mano izquierda. “Accedo al ejecutivo pero habida cuenta que habéis ganado las elecciones y habiéndome asegurado las votaciones en la Mesa, la presidencia estará en manos del principal partido de la oposición”. Es lo que hizo hace seis años el PSOE en el Senado porque reflejaba mejor la pluralidad del país. Pues no. La tosquedad imperante dio la presidencia a la fuerza menos votada y a la persona menos indicada en una sociedad bilingüe. Tras rematar la faena, se adornó la operación con una palabrita mágica: normalidad.

En el Senado el PP es la fuerza mayoritaria, aunque sin mayoría absoluta. En buena lid nos correspondían dos senadores en representación de la Comunidad Autónoma. Eso había sido así desde 1979. Pues ahora no. El PP y el PSE se votaron entre ellos y nuestro mejor derecho, en una muy complicada situación y estando en peligro nuestro grupo parlamentario, lo desconocieron y el PSE le dio la senaturía a un PP que en Madrid siempre vota contra el PSOE. Fue un evidente juego desleal y hasta sucio. Pero fue adobado con la palabra de marras: normalidad.

¿Y que me dicen de todo el affaire Guggenheim?

Primero se pone en cuestión un proyecto que una mínima delicadeza y prudencia invitaría a tratar de otra manera y buscar acuerdos y complicidades, por eso que he dicho: el PNV ganó las elecciones, y el pacto con el PP es un pacto desde el punto de vista político, absolutamente artificial, aunque sea eficaz para los dos partidos.  Ante eso, trata pues de mover las manos como si hicieran bacalao al pil-pil, con maña y gracia y no busquéis la crispación por la crispación y sobre todo no le anuléis a Bidarte, que es un ejecutivo de trayectoria acrisolada y prestigiada porque a Rivera le cae mal y Durana quiere ser él, el director. Un poco de sindéresis, de verdad, se deberían imponer.

Lo mismo que en la negociación de las políticas activas de empleo. Deja que el PNV te haga el trabajo limpio que tus correligionarios madrileños no te van a dejar hacer y ponte luego al frente de la manifestación porque unas políticas activas de empleo negociadas al alza, con buen presupuesto, a quien beneficia es a los trabajadores de Euzkadi, y tú eres un partido que teóricamente defiende sus derechos. O ese interés por minimizar la gestión de Balza tras la captura de los presuntos responsables del asesinato de Joseba Pagazaurtundua como si ésta investigación no viniera de atrás ni ahora se tuviera la total ayuda del Ministerio del Interior ya que ahora están los suyos. ¿Qué pretenden decir? ¿Que a Ibarretxe y al PNV no les interesaba la detención de estos asesinos?

Ante este cúmulo de zafiedades impolíticas me quedo con el discurso del nuevo presidente de la Caja Vital, Carlos Zapatero hablando de las cajas hermanas para “desde el respeto y la colaboración dibujar un futuro en el que se vislumbre un potente sector financiero vasco”. O el discurso Institucional de José Luis Bilbao en la recepción de San Ignacio en la Diputación, pidiendo ''una campaña electoral constructiva, haciendo un debate limpio y cortés”, o esa imagen de respeto institucional dadas por el Lehendakari López y el Diputado General de Bizkaia en Boise. Esa es la mejor pedagogía para una sociedad y el mejor síntoma de su normalidad. No lo es la zafiedad, la falta de prudencia que no reconoce hechos evidentes, o el estilo pendenciero y camorrista de ciertos representantes socialistas que bastante sobrados van por la vida gestionando un pacto antinatura para que encima nos echen el aliento en la nuca.


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