Literalmente. En la plaza de toros de Zaragoza, como un matador que ha hecho una faena brillante, merecedora de oreja.
Unas 6.000 personas aclamaron al líder de la oposición (
vea la crónica), que, contra su costumbre, permaneció en el recinto terminado el mitin, se acercó a los periodistas, desmintió estar más delgado –
“he ganado un kilo en la campaña”-, repartió besos a los niños y fue saludando tendido por tendido. Sin perder la sonrisa ni, pese a las encuestas aragonesas, dejar de decir
“vamos a ganar”.
Dicen los que le siguen de mitin en mitin que está animoso en esta camapaña que, para él, constituye una especie de primarias.