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Alfredo Toro Hardy

Cuando China domine al mundo

Cuando China domine al mundo

jueves 26 de agosto de 2010, 23:41h
China se caracterizará por un sentido arrogante pero nunca agresivo de su superioridad
Dentro de la reciente bibliografía sobre China hay un título que destaca por su profundidad analítica. Su autor es Martin Jacques del London School of Economics y su título es Cuando China Domine al Mundo (When China Rules the World, London, 2009).

Al señalar las ocho grandes características que singularizan a China y que marcarían su impronta cuando se convierta en la primera potencia económica planetaria, Jacques menciona las siguientes:

Primero: Estado-civilización. Ello significa que sus rasgos como civilización (sus cinco mil años de historia y su identidad cultural única), preceden a su conciencia como nación y determinan una visión de sí misma que sobrepasa a la de simple integrante de la comunidad internacional.

Segundo: Eje de un sistema tributario. A lo largo de la mayor parte de su historia, China fue objeto de tributo por parte de las naciones del Este asiático. Ello derivó de su preponderancia y de su superioridad cultural. Su emerger al primer plano de la escena mundial vendría acompañado de un regreso a esta visión jerárquica y estratificada de la región. Estratificación que trascendería a sus vecinos, para proyectarse sobre todos aquellos estados que le fuesen económica o políticamente dependientes.

Tercero: Raza única. Ello determina una percepción jerárquica del mundo con China en su epicentro pero, a la vez, un sentimiento de unidad racial. Esto último no sólo hace de Hong Kong y Taiwán parte natural de ella, sino que determina un sentido de unidad con la diáspora china.

Cuarto: Visión continental. Su dimensión territorial y su magnitud poblacional la hacen percibirse desde una óptica de multiplicidad propia de un continente. Ello se traduce en un manejo diversificado de sus políticas y de sus tiempos, así como en aperturas focalizadas de compuertas políticas y económicas. Quinto: Estado hegemónico. A diferencia de sus congéneres de Occidente, el Estado en China se sustenta en una tradición de predominio absoluto sobre los demás poderes sociales, inexistencia de la noción de soberanía popular y un sentido de legitimidad basado en resultados. Sexto: Modernidad propia. Lejos de seguirse recetarios económicos o paradigmas importados de Occidente, China persigue un desarrollo económico planteado en sus propios términos y sentido del tiempo.Séptimo: Comunismo a la china. El suyo es un comunismo flexible, pragmático y evolutivo que sabe reinventarse periódicamente. Octavo: País desarrollado y en desarrollo. Su predominio económico se inscribirá dentro de esta dicotomía, lo que le hará jugar simultáneamente en los tableros de los mundos desarrollado y en desarrollo, defendiendo alternativamente los intereses de uno u otro.

Jacques concluye señalando que el emerger de China impondrá una percepción distinta del tiempo: no determinada por las presiones del corto plazo, sino fundamentado en la paciencia como virtud. Considera que si Occidente fue agresivo, depredador y expansivo en su fase de predominio, China se caracterizará por un sentido arrogante pero nunca agresivo de su superioridad.

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