¿Por qué son aburridos los noticieros matinales?

Despertar en la mañana y encender el televisor es una rutina penosa en el Ecuador. Por las pantallas de los diversos canales desfilan los mismos personajes de siempre, como si emprendieran un tour mediático en el que disfrutan de sus tres minutos de fama, posicionamiento y poder.

Las preguntas de los “anchors” son previsibles, las respuestas de los invitados también son previsibles y el tiempo transcurre sin novedades ni sorpresas.

Cuando eso no ocurre, es decir cuando al menos se siente polémica, debate o deliberación, no se piensa en el televidente sino en el ego del “anchor” y del invitado. ¿Una disputa inconsciente por demostrar quién es mejor, quién es más inteligente, quién manda a quién?

Y el televidente está ahí, mientras desayuna o se arregla o prepara su salida de la casa. Está ahí, sin ninguna iniciativa para pedir que cambie un formato obsoleto que se mantiene por al menos 20 años, sin ninguna capacidad de exigir calidad, de exigir pluralismo, de exigir que se abra el abanico de voces y fuentes, de exigir una agenda cercana a la gente común, de exigir que ya, por favor, basta de tanto periodismo gris.