Crisis de Estado en Ceuta y Melilla

La posición española en el norte occidental de África es cada vez más compleja, tanto por las ya expresas reivindicaciones marroquíes sobre Ceuta y Melilla como por la creciente probabilidad de que esa reivindicación se extienda pronto a otros territorios de soberanía española, como avisaba aquel ya famoso mapa en el que nada menos que el archipiélago canario aparecía como territorio de Marruecos y junto al que Rodríguez Zapatero, cierto que con toda probabilidad sin darse cuenta, se dejó en su día recoger fotográficamente con el monarca alauita. ¿Y qué hace el Gobierno ante la creciente presión de Marruecos sobre Ceuta y Melilla? Nada, que se sepa. Negar y mirar al tendido: ¿crisis? ¿qué crisis? ¿reivindicaciones marroquíes sobre Ceuta y Melilla? Nada, cosas de minorías revoltosas, pequeñas incidencias que no afectan a las excelentes relaciones entre los gobiernos de Marruecos y España.

Pero la realidad es terca, y la realidad es que Mohamed VI tiene y lo ha dicho la firme determinación de incorporar plenamente Ceuta y Melilla a la soberanía territorial de Marruecos. La realidad es que la islamización de ambas ciudades se hace crecientemente visible. La realidad es que la población española de Ceuta y Melilla se siente desamparada por el actual Gobierno de España y cada vez son más los ceutíes y melillenses que preparan ya su traslado a la península e incluso  adquieren a tal fin viviendas para cuando llegue ese momento, que sienten desdichadamente próximo.
 
Y en estas circunstancias, se produce la noticia de la liberación, por la organización terrorista Al Quaeda, previa infamante negociación y pago de rescate, de los dos cooperantes catalanes de la ya famosa “caravana solidaria”, y el Gobierno celebra como un éxito el ser el único Gobierno del mundo libre que negocia con miembros de la más terrible organización terrorista de la historia y además paga rescate. El Gobierno de España no ha negociado con cualesquiera terroristas, sino con miembros de la organización que, desde la histórica voladura de las torres gemelas de Nueva York ha declarado la guerra a Occidente y a las democracias, la misma organización por cierto que protagonizó en 2004 el terrible atentado en la madrileña estación de Atocha, con víctimas que todavía reclaman justicia.
     
Al punto a que se ha llegado en la crisis territorial con Marruecos, aunque aplacada al menos temporalmente por la buena relación personal entre el Rey Don Juan Carlos y el monarca alauita, no es suficiente con tibias salidas diplomáticas que pospongan una vez más la formalización del problema. En el caso de Ceuta y Melilla, es un hecho que son ciudades españolas desde antes de que existiera Marruecos como nación. Y por supuesto, el caso de Canarias ni siquiera puede ser admitido a discusión, como parte que es, aunque ultraperiférica, del territorio de la Unión Europea. Pero es necesario que el Gobierno español proclame nítida y expresamente estas realidades y que proclame también que nada hay que negociar al respecto con el Gobierno de Marruecos. Por muy amigo que seamos, que debemos serlo.