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El mal menor

El mal menor

sábado 04 de septiembre de 2010, 00:01h
No se trata, como dice el chiste, de "una playa de Mulcia", sino de un sentimiento que va calando poco a poco en buena parte del electorado. El "mal menor" es como esa especie de gota de agua que va golpeando la piedra sistemática y paulatinamente hasta horadar su dureza. Este fin de semana he estado en el centro geográfico de Andalucía, Antequera, el monumental municipio malagueño que a finales de los años setenta, cuando se iniciaba el proceso autonómico, sonó como posible capital de nuestra comunidad, una propuesta que acabó cediendo y siendo olvidada ante las presiones de los grandes núcleos de poder como Sevilla, Málaga, Granada o Córdoba que no querían perder sus privilegios. En estos momentos, Antequera ronda los cincuenta mil habitantes y es un nudo en el que confluyen las principales vias de comunicación que atraviesan nuestra comunidad de norte a sur y de este a oeste, algo que en aquellos años era un sueño que parecía inalcanzable ante el secular retraso de nuestras infraestructuras.

Pues, bien, una vez más, en el corazón de Andalucía he vuelto a encontrarme con ese sentimiento que cada vez más se va extendiendo como una mancha de aceite entre el electorado andaluz, impregnando las conciencias y dejando una marca que cada día es más difícil de borrar. Es el hartazgo de la ciudadanía hacia una clase política que dice representarla y que, al final, sólo representa al partido que la mantiene. Es curioso observar que son muchos los que siempre han votado al PSOE y que ahora se manifiestan abiertamente en contra, no ya de Zapatero (que parece aunar voluntades por su incompetencia) sino de un casi desconocido Griñán y de un socialismo a la baja que no puede, no sabe o no quiere buscar soluciones a una de las peores crisis por las que ha atravesado nuestro pueblo que se coloca con un lamentale record de desempleo y con un porcentaje de paro cercano al treinta por ciento. Con esas cifras, hablar de "alta politica" como quiere Griñán es una patochada insolente y una total falta de respeto a la ciudadanía. El problema no es ya el hartazgo que los andaluces puedan tener de unos mismos colores polìticos que les gobiernan desde hace ya cuatro décadas, sino la falta de alternativas creíbles a esa especie de PRI en el que se ha convertido el PSOE en Andalucía. Las propuestas que el PP presenta en nuestra tierra adolecen de una solvencia y una claridad que conciten esperenzas. Porque si existe un rechazo a Griñán, no es menos el rechazo de muchos votantes hacia el lider de la oposición, Javier Arenas, quien no es precisamente un recién llegado a la política andaluza. Si malos son los equipos de los que se rodea Griñán, no son mejores los que rodean al líder de la oposición. Esa total falta de confianza en la clase política es lo que está haciendo verdadero daño a la democracia. Y, en este caso, Arenas sólo es ese "mal menor" que adelantaba en mi titular. No es de extrañar que, ante este panorama, muchos pidan lo que el paralítico a la Vigen de Lourdes, "Virgencita, virgencita, al menos que me quede como estaba"

P.D.-Nos tiene tan acostumbrados a imitar al Gobierno central que no me extrañaría ni un pelo que Griñán llamadme Pepe aprovechara la crisis de Gobierno que Zapatero piensa hacer a finales de octubre para remedarla aquí y quitarse de enmedio a algunos consejeros que ya le resultan molestos. Si lo hiciera, volvería a batir todos los records. Tres Gobiernos en algo más de un año de mandato. Y ello sin que nadie le haya elegido. Si con estos antecedentes ya de por sí es la pedantería personificada, el día en que consiga, si es que lo logra alguna vez, que los andaluces le respalden con sus votos, no va a haber quien le aguamte.
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