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Fin a la temporada de verano en San Sebastián

Desde Madrid a Lasarte

Desde Madrid a Lasarte

sábado 04 de septiembre de 2010, 11:16h

Terminó la temporada de Lasarte. ¿Nota? Difícil de poner. ¿Sensaciones? Malas. ¿Carreras? Aceptables. ¿Copa de Oro? Magnífica. Quizá por el triunfo de Bannaby se recuerde una temporada que llegó marcada por el estado de ánimo con el que aterrizaron los ‘madrileños’ y con la confirmación de que TVE y LAE ya saben lo que quieren. Los primeros dejar de emitir, ni de madrugada lo que para ellos es un compromiso, y los segundos constatar como su dinero, el de todos, se lo ha quedado una productora que emite una señal semi pirata en Internet, día sí día no, y a la que los aficionados le importan más bien poco. O nada.

Es complicado satisfacer a todos. Siempre lo es. Incluso cuando ese ‘todos’ lo conforman aficionados como los que habitan mayoritariamente en Lasarte, degustadores todo el año del brillante turf francés y que saben que su Hipódromo es un pequeño reducto de una manera diferente de sentir la afición por las carreras de caballos.  En su día lo demostraron manteniendo, en los años de cierre, un negocio que ahora, lejos de agradecerlo, le vuelve a pagar con la moneda del pesimismo. Y eso es precisamente lo que ha marcado la temporada. Ha sido como aquel estudiante que tras suspender en junio se pasa el verano maldiciendo su suerte en vacaciones hasta conseguir amargar a los que le rodean.

 

No había más que pasar por Lasarte para darte cuenta de que la crisis ha llegado de lleno a nuestro Hipódromo. Leo en el editorial de A Galopar, y destacado, que otros sectores poco más o menos que están en la ruina y que el turf respira. No sé a quién se referirá el director, al que me consta de su activa presencia en el norte y no sólo en día de carreras, quizá lo haga al de la inmobiliaria, pero creo que el deporte espectáculo que más está acusando la crisis es el turf. Sé que los números, como los resultados tras cualquier votación política, pueden ser manipulados y en el editorial hacen un buen ejercicio político. No obstante es lógico. Tirar piedras contra el tejado propio es de necios y A Galopar tiene, debe, vender optimismo. Lo malo es que meses antes del cierre de diciembre del 97 también leía algo parecido, por entonces, en Recta Final y en la pluma de quién ahora es el Comisario de Carreras de La Zarzuela.

 

No alarmemos. No cerramos. Hay programa aprobado para 2011. Hay obras en La Zarzuela y afición en Lasarte. Ahí estábamos antes de liarnos con el editorial que ha llegado esta misma tarde a mis manos y que me ha hecho despistarme. Mea culpa. Dicho esto y como no todo va a ser negativo, de la temporada de Lasarte nos tenemos que quedar con la ENORME Copa de Oro, que fue, de momento, la mejor carrera, con muchísimo, del año en nuestros Hipódromos. Y la ganó todo un ganador de Grupo I. El gran Bannaby. Pongámonos de pié.

 

Pero a lo que iba. En Lasarte saben mejor que nadie que en su hipódromo no corren los mejores caballos, tampoco las mejores cuadras, ni aparecen los grandes jinetes franceses. Todo ello lo ven desde su oasis del Hipodromoa casi a diario. Pero lo que no tienen, más allá de los meses de su temporada, es el olor a hierba mojada, a caballo, el ruido de las llegadas,… Todo eso ni en el Casino ni en el Hipodromoa ni en los PMU de las localidades fronterizas lo despachan. Eso lo saben bien y de ahí que se vuelquen con lo que tienen. No comparan. Al contrario que Madrid donde nos pasamos la vida acordándonos de tiempos mejores. Otra mea culpa. Van dos.

 

Y ese estado de ánimo. De cabreo se ha trasladado a las conversaciones en Lasarte. Ni  la anunciada, pero tan poco creíble como temida, salida de la apuesta exterior por parte del LAE en 2011 ha reactivado la moral de las tropas. Han llegado derrotados y han contagiado pesimismo. Así se explica que Ana Imaz, ajena a todo en sus caballerizas nocturnas, haya sido una de las grandes triunfadoras de la temporada, salvando eso sí al gran Banaby que juega otra Liga y con la falta de un gran triunfo, que no le llegó ni el último día con Tsarabi. Por cierto menudo cierre. Vaya resultados el último día. Romper las tablas quién las lleve. No queda otra.

 

No nos vayamos por las ramas. Volvamos a la coherencia del texto. Hablaba de pesimismo porque el comentario más oído en Lasarte, donde también ha bajado y bastante el ambiente que rodeaba a las carreras en Poules, bares y sucedáneos, es que esto de los caballos tiene muy mala pinta. Nadie se fía ya de casi nadie. Y todos ven más cerca un nuevo periplo de cierre que el resurgir hacia el asentamiento del sector. Son cinco años desde la reapertura de La Zarzuela y el turf vive envuelto en el peor de los presagios. Y ellos no tienen culpa. La mala gestión del Hipódromo de Madrid es el germen de este pesimismo. Pero es que guste o no es el motor. Y si el motor no funciona…

 

Olvidémonos de lo malo y centrémonos en lo mejor. Las carreras. Los caballos. Y un número uno: Bannaby. Ganó la Copa de Oro sobre un terreno muy blando y dejó constancia de ser un maravilloso caballo. Ganador del Cadran, la Copa de Oro resultó emocionante por su forma de ganar. Para llorar, escribieron en San Sebastián, y no les faltaba razón. Pazifiksturm, con una monta arriesgada y una estrategia en solitario por el exterior en la recta de Orio, estuvo a punto de hacerse con el oro. Le sirvió para ser segundo en la mejor carrera de su vida deportiva y derrocar al Señor Miranda, que habiendo ganado las dos predatorias de Derby y Copa de Oro, se conformó otra vez con una recompensa menor. Plantagenet no quiso entrar y se perdió la opción de verle confirmar todo lo bueno que había demostrado en Madrid. Pero ni su ausencia desvirtuó una Copa de Oro de muchos kilates.

 

Y si una fue para llorar de emoción. El Gobierno Vasco, lo siento, fue para hacerlo de pena. Y no porque Shumookh no mereciera el galardón, sino porque tras ser quinto en la Copa de Oro, pescó un Gran Premio ante el desierto de sus rivales. El gran Silverside terminó segundo y ahogado. Sin mostrarse lo que había demostrado en Madrid. Y el resto, nada de nada. No estuvo Ercolini que prefirió hacer las Francias en verano y demostrar el penúltimo día que eso se paga caro. Muy caro. La mejor yegua de nuestro Hipódromo se desinfló en una carrera impropia de su categoría una semana después.

 

De clase y corazón. Con C de Clunia. La mejor yegua de dos años que, al contrario que Ercolini, regresó de su aventura fallida en Francia en un Listed para reivindicarse entre los dos años. Una generación marcada por la yegua de Brazacorta y el triunfo de Irish Field, ganador del Primer Paso, y de un Grupo II en Francia. Orgullo patrio, aunque ya es nipón. Un orgullo similar al que se tiene en San Sebastián por sus carreras que, como cada año, pese a todo han cumplido con nota demostrando que allí hay una afición y un seguimiento por el turf que, lamentablemente, carecemos en Madrid. Un ejemplo. La cobertura del Diario Vasco acerca de las carreras ya lo quisiéramos en Madrid en algún periódico.

 

Y para terminar. Un cero, un suspenso, una patada en el culo a los responsables de que las carreras de caballos hayan pasado a ser una mera retransmisión vía Internet porque en Teledeporte han pasado a engrosar la parrilla de la madrugada. De vergüenza y alguien tendrá que depurar responsabilidades a los que han consentido este abandono. Además la productora ha fallado más que una escopeta de feria en sus retransmisiones en la red y lo que antes era hasta gracioso, ver como grababan las piezas una y otra vez en las nocturnas, ahora resulta patético. Están haciendo más daño que beneficio hicieron nunca. Sin más. Y lo malo es que las cabezas visibles, no sé si los culpables, de ese desaguisado ni siquiera han tenido la decencia de pedir perdón o excusarse de forma alguna. Les importa la afición lo mismo que una biblioteca a Yola Berrocal. Valga el frikismo.

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