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El Escepticismo como Derecho

El Escepticismo como Derecho

sábado 04 de septiembre de 2010, 13:51h
   Hay gentes que genéticamente son pesimistas. Nacen y viven incapacitadas para no ver ni entender los acontecimientos si no es bajo el prisma de la sombra, del temor o la desesperanza. Otros, probablemente la mayoría, no solo aceptan y viven las circunstancias propias y ajenas con serenidad, sino que además están siempre predispuestas a incluir un mayor o menor grado de optimismo. Se ha demostrado que esta mezcla de serenidad y optimismo es la manera más inteligente de vivir, la receta más eficaz para sobrevivir. Soy de las que milito en este grupo para lo propio y lo ajeno y sólo los que pertenecemos a este grupo tenemos derecho al escepticismo.

   En estos momentos somos muchos los que hemos decidido ejercitar este derecho ante los movimientos de la izquierda abertzale en el País Vasco. Esta izquierda, tradicionalmente vinculada a ETA, junto con Eusko Alkartasuna, nunca vinculada a ETA y siempre un partido democrático, han firmado un documento dirigido, en primera instancia, a ETA para que declare una tregua permanente y verificable por  instancias internacionales. El resto del citado documento ya era conocido. Ahora se ha producido este añadido, que no es irrelevante.

   El derecho al escepticismo no debe llevar a negar lo obvio y lo obvio es que la izquierda abertzale quiere hacer política pero sabe que no podrá hacerlo si no es capaz de dar portazo público, verificable y definitivo, a ETA, de tal manera que sea a ETA a quien no le quepa la menor duda de que  se ha quedado sin colchón, sin hombro al que arrimarse. La izquierda abertzale no ha dado ese portazo incontestable y entendible por todos. Pide a ETA una "tregua permanente", pero a ETA hay que pedirle más. Hay que pedirle, exigirle, hacerle ver, que no tiene más futuro que su propia desaparición. "Tregua permanente" no es lo mismo que "abandono definitivo", y esto y no otra cosa es lo que hay que exigir a los terroristas.

   En la historia de ETA, las treguas han formado parte de su estrategia terrorista. Han sido siempre decisiones tácticas y no estratégicas. Los que en su momento depositamos esperanzas, e incluso nos llegamos a creer que quizás era posible el final, nos asiste todo el derecho a ser escépticos. La experiencia demuestra que no hay mejor estrategia que la de la resistencia y la advertencia. En el amplio sector de la izquierda abertzale existe un profundo cansancio. Recorrer un camino que lleva, en el mejor de los casos, a ninguna parte, genera una fatiga muy especial. Y así está la izquierda abertzale, fatigada de sí misma, de su incapacidad para plantarse ante ETA, que con tregua o sin ella continúa existiendo. Y es esta izquierda abertzale la que tiene que entender y asumir el escepticismo ajeno y resolver su problema, que no es otro que ETA.

   En Eusko  Alkartasuna existe la convicción de que la izquierda abertzale se está desvinculando de ETA a pasos agigantados y que "esta vez va en serio". Sólo desde esta convicción se entiende que un partido democrático, por minoritario que sea, se adentre en una aventura de este calibre.

   De una u otra manera, pronto o tarde, los terroristas darán respuesta a esta petición de "tregua permanente" y "verificable", pero bueno es que ETA vaya sabiendo que los tiempos de treguas se han acabado y su historia, aunque puedan hacer daño, también.


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