Simplemente, Neira

Vaya por dios. Primero lo de la caza y, ahora, pillan a Jesús Neira conduciendo bebido y "haciendo eses" con el coche. El profesor, el flamante presidente del consejo asesor del Observatorio Regional contra la Violencia de Género, el hombre del año, el héroe nacional, el defensor de las mujeres ha defraudado a su público infringiendo la ley de tráfico. Como no podía ser menos, el Gobierno regional le ha invitado a abandonar el cargo y se ha convertido en la noticia del día ante la atónita mirada de los lectores.

¿Se puede pasar de héroe a villano en cuestión de minutos? Solo si se ha pasado de ciudadano raso a héroe, también en un visto y no visto, confundiendo churras con merinas. Neira tuvo un gesto muy honorable que casi le cuesta la vida. Recibió todo tipo de honores -incluido un premio de este digital como hombre del año— por defender a una mujer maltratada. El reconocimiento de la sociedad era obligado. Pero la cosa se salió de madre cuando le ofrecieron el cargo en el observatorio de violencia de género, como si aquel acto de valentía le convirtiera en un experto sobre el maltrato. Y él aceptó.

A partir de entonces, Neira ya no solo fue un ejemplo a seguir a la hora de reaccionar ante la injusticia. Se convirtió en un ejemplo para todo. Y, así, saltó la polémica cuando defendió su derecho a solicitar una licencia de armas. También cuando se conoció el contenido de su libro 'España y la democracia'. Y ahora arrecian las críticas porque le han sorprendido conduciendo "con media copa de vino", según sus propias palabras.

Claro que Neira deberá responder ante la justicia por triplicar el nivel permitido de alcoholemia. Tampoco estaría mal que diera explicaciones sobre las aportaciones que está haciendo desde su nuevo cargo. Pero no por su popularidad, sino por ser un ciudadano más.

Es como si, después de aplaudirle a rabiar (y merecidamente) por defender a Violeta Santander, la sociedad se hubiera quedado mirando a este señor esperando que siempre se comporte a la altura de las circunstancias, sin darse cuenta de que esas circunstancias son difícilmente repetibles. Lo que queda después de eso es simplemente Neira. ¿Les ha defraudado? Eso les pasa por atribuirle superpoderes, cuando en realidad es un ciudadano corriente cuyo momento de gloria, en vez de prolongarse de forma artificial, debió haber pasado ya.


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